Libertad tiene nombre de mujer

Hace ya varias semanas que prometí escribir un blog dedicado a la mujer a modo de homenaje, pero no acababa de encontrar la manera de hacerlo; por fin hoy me ha venido la inspiración. Muchos no creerán en que las cosas funcionen así, esto de ser inspirado es una experiencia para la que hay que ser un poco poeta (y yo presumo de ello), más allá de que luego la rima no rime sino que más bien dé grima, esa es otra cuestión. En realidad, lo que hice es permanecer atento, y casi sin darme cuenta la idea tomó vida delante de mí porque, efectivamente, Libertad tiene nombre de mujer.

Como cada mañana me dirigí al bar donde suelo almorzar, y para que me atendieran llamé por su nombre a la camarera: «¡Libertad!» –la palabra estalló en mi boca llenándome de reminiscencias. «¡Libertad!» –volví a repetir.

No pude evitar decirle a la camarera lo bonito que era ese nombre y que no me había dado cuenta hasta ahora. Le pedí entonces que me explicara por qué le pusieron ese nombre, y esto fue lo que me contó: «La culpa la tiene mi abuela; quiso poner a mi madre Libertad por un familiar que estaba preso, pero como estaban en la posguerra, y dadas las connotaciones del nombre, no la dejaron. Así pues, mi madre me lo puso a mí y yo se lo he puesto a mi hija».

Sé que muchos no estarán de acuerdo conmigo, lo cual me halaga gratamente, pues sé cómo piensan, pero yo os veo a todas “princesas”, seres que van con el corazón en la mano, que hasta cuando se enfadan solo exageran un poco, lo hacen para ver si nos enteramos los hombres. Con ellas en la jefatura de los gobiernos, el mundo gozaría de más libertad, pues la fraternidad, la tolerancia, la comprensión, la simpatía, la paciencia, la armonía, la alegría, la vida… todos son, o podrían ser, nombres de mujer. Como dice Michel Moore en “Estúpidos hombres blancos”, esta sociedad machista y competitiva, inventora de las armas de destrucción masiva, la desigualdad social y despiadada con la naturaleza y sus recursos, jamás hubiera existido si las mujeres mandaran.

Pero más allá de lo político o de lo puramente anecdótico, está lo que ellas, por ser como son, inspiran en nuestras burdas sensibilidades. Para mejor explicarlo hago mías las palabras de Miguel Hernández que, si bien hablan de un niño, expresan a la perfección lo que trato de decir:

Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.

Va por todas vosotras, por la Mujer, por la Dama.

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