¿Para qué sirve?

Hace tiempo leí en un artículo de arte que la belleza de un cuadro no está tanto en la pintura como en la mirada del observador. Recuerdo que eso me impactó, porque estaba diciendo que da igual lo bella que sea una obra de arte; si el espectador no tiene dentro de sí algo de artista, de sensibilidad para lo bello, esa obra de arte no le servirá de nada, será lo mismo que mirar cualquier otro cuadro sin calidad artística, no se dará la experiencia de reverberación que permite vibrar en sintonía. Quizá por eso el arte moderno ha tomado otros caminos…

Pero algo parecido sucede con el saber, con la comprensión de las cosas. Ya Platón nos hablaba de la mayéutica, el arte de enseñar haciendo que el saber brote de uno mismo, pues en realidad se trataría de “recordar” y no tanto de aprender algo nuevo. También Nietzsche es muy claro cuando dice en su libro Ecce Homo: “En última instancia, nadie puede escuchar en las cosas, incluidos los libros, más de lo que ya sabe. Se carece de oídos para escuchar aquello a lo cual no se tiene acceso desde la vivencia”. Y añade que el problema grave sucede cuando no se oye nada, pues surge la ilusión de que en realidad no hay nada que oír.

De ahí la pregunta que da título a esta reflexión, para qué escribir nada si tan solo seremos entendidos por aquellos que ya lo sabían, para los que nuestra exposición no es nueva, entrando así en un círculo vicioso que se retroalimenta, que como mucho crea la sensación de seguridad, de estar en lo cierto entre los que sí nos entendemos. Para qué sirve entonces tanto esfuerzo.

Me consuelo al pensar que esto no es del todo cierto, que además de aquellos que ya saben y por eso comprenden (o creen saber y comprender), hay otro tipo de personas, los que sin saber necesitan comprender, y esa necesidad sincera se expresa de forma poco clara pero con mucha fuerza, tomando a veces la forma de la rebeldía, del inconformismo, de la búsqueda insaciable entre libros, amigos, experiencias, viajes, etc., etc. A los ojos de los que no sufren (o gozan) esta necesidad, parecerá que estos buscadores están “enfermos”, y entonces viene a mi memoria una frase de Jodorowsky que dice: ”El arte que no cura no es verdadero arte”.

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