Una mota de polvo

Llevo días pensando sobre qué escribir. Unos me salieron temas de victorias y otros de derrotas, unos de sueños y otros de cuentos, unos de realidades y otros de verdades. La cosa es que todo lo que hacemos es un tema sobre el que pararse a pensar, incluso el mero hecho de parar es un tema sobre el que pensar.

En realidad, a veces tengo la sensación de que da un poco igual lo que haga, de que soy una mera mota de polvo vagando por la infinita inmensidad y densidad de la atmósfera y que puedo quedarme quieta, que el mundo seguirá existiendo igualmente, aunque en ocasiones me empeñe en vivirlo como si todo ocurriera desde mí.

Todo seguirá y eso me incluirá a mí lo quiera o no. Es decir, que me seguirán ocurriendo cosas buenas y malas, apreciables y aparentemente inapreciables, me mueva o no me mueva. Esa mota de polvo es parte de un todo y luego de otros muchos, y está pegada o al lado de muchas otras motas, también parte o afectadas por otros todos. Y, al final, todas se mueven unas afectadas por otras y aún más por corrientes de aire que las mueven a todas a la vez, creyéndose todas ellas dueñas absolutas de su vida.

¿De qué son dueñas cada una de esas motas? ¿De algo acaso? Sí, de algo. De la capacidad de saber lo que son, de la capacidad de saber que son.

Hay quien a esta forma de ser no le llama ser, pero se es, se es aun siendo una pequeña parte incapaz de controlarlo todo, de un todo.

Se es sintiendo ese viento que va y viene y notando cómo es capaz de llevarte si te apetece dejarte o no te apetece resistirte. Se es si decides oponer cierta resistencia o no dejarte afectar en la llevada de corriente, sintiéndote tan íntegra mota de polvo como antes de que lo bueno o lo malo viniera. Se es siendo por dentro, dando igual lo que ocurra por fuera, y se es aún más mostrando por fuera todo eso que sabemos por dentro, siendo íntegros y honrados con lo que sabemos, poco perezosos y valientes y andando cada paso, cada respuesta, cada gesto, desde donde somos, desde quien somos.

Así que sí da un poco igual; si el aire viene del Atlántico o del Mediterráneo, y se te echa encima, lo quieras o no, te moverá igual y en eso, en eso hago bien en tener la sensación de que soy una hermosa mota de polvo. Aunque lo importante, en realidad, es saberlo, esa es la sabiduría de la vida desde la que uno se libera de esa pequeñez y decide adónde va desde ese momento, aun cuando le esté llevando el aire.

2 thoughts on “Una mota de polvo

  1. Parece que buscar sobre que escribir puede ser un dilema, pero para algunos es tan sencillo como ver una mariposa, oír una noticia o ver fotografías o vídeos de la guerra o de hermosos paisajes; para mí buscar un tema es simplemente adentrarme en mis angustias, en mis momentos felices o en esos que no soy nada más que un punto en el Universo. Lo importante es no perder de vista que existimos entonces nos justifica el estar vivos sentir olores, mirar los matices de un atardecer, sentir el rozar del viento sobre la piel… ¿Somos más que una mota de polvo? Nunca lo sabré: pero soy, estoy y mientras el universo siga conspirando me seguiré sintiendo viva… Hermoso «buscando a Sofía»

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *