Recuerdos y antirrecuerdos

Esta reflexión va a ser breve. Solo quiero compartir una curiosidad, de esas que te hacen ladear la sonrisa y decir: ¡ahhhh! Por trabajo y por afición me gusta leer noticias de ciencia, estar al día de los últimos descubrimientos y de las conclusiones a las que llegan los investigadores.

Hace nada que neurocientíficos de Oxford, dedicados a estudiar los procesos y mecanismos que usa el cerebro para crear los recuerdos, han descubierto algo sorprendente: existen los antirrecuerdos.

Para que un recuerdo se fije en nuestro «disco duro», las neuronas tejen una microrred única, un patrón neurona específico que se corresponde con un recuerdo concreto. Hasta ahora se conocía ese mecanismo, pero lo que no se sabía es que, al mismo tiempo que teje la red del recuerdo, teje la red del antirrecuerdo, que es una red idéntica… pero opuesta. Una especie de contrario, reflejo o como se quiera llamar, que equilibra el proceso y evita que se produzca una sobrecarga eléctrica en la red neuronal, especialmente cuando aprendemos algo nuevo, que es cuando más conexiones y reconexiones se producen.

Así que tenemos recuerdos y antirrecuerdos, pero también la ciencia ha encontrado la antimateria de la materia, las moléculas también tienen sus imágenes especulares, los venenos sus antídotos y miles de cosas más que cuentan con su opuesto, con su otra mitad dentro de este mundo polarizado.

Me gusta encontrar cosas como esta, porque cuando se ven las cosas desde el punto de vista ecléctico, es bonito recordar las leyes del Kibalión, la de polaridad, la de dualidad, la de mentalidad, la de vibración… y ver que, aunque se hayan aparcado algunos conocimientos ancestrales en el lado de lo fantástico o de lo mítico, lo cierto es que no se puede pasar de largo cuando ciencia y tradición convergen.

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Tecnología: ¿a favor o en contra?

TECNOLOGIA

Esta es la pregunta que mucha gente se hace. ¿Hay que estar a favor o en contra de la tecnología? Parece que necesariamente la respuesta tuviera que ser «sí» o «no». Pero no es así. La respuesta es «depende».

Una de las principales razones a favor del uso de la tecnología es el ahorro de trabajo, tiempo y dinero. La tecnología permite que realicemos mucho más rápido y mejor muchas tareas hasta ahora tediosas. Algunas directamente las realizan las máquinas. El ser humano solo interviene en el proceso de analizar los datos procesados por los ordenadores, y pronto eso tampoco será necesario.

En los últimos años, los avances tecnológicos han permitido desarrollar nuevas técnicas de diagnóstico; asistencia robótica para operaciones delicadas; conversaciones en tiempo real desde puntos remotos del planeta; la puesta en común, gracias a la digitalización y la creación de repositorios, de bibliotecas completas, estudios académicos, investigaciones, tesis… Podemos mirar al espacio desde un ordenador en nuestras casas, y aunque eso no suple la íntima comunión de elevar los ojos al cielo y mirar las estrellas (siempre que estés muy lejos de la ciudad), sí que ayuda a muchos aficionados pedir tiempo de los telescopios profesionales para ver allá donde los ojos no alcanzan.

La tecnología ayuda a que millones de personas en todo el mundo puedan acceder a todo tipo de documentos y archivos, en lo que se ha dado en llamar la «democratización» del conocimiento. Algo que tendría que ayudar a diluir las cada vez más marcadas líneas que separan a los ricos de los pobres, siempre que los pobres también puedan acceder a Internet.

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El extraño caso de Grigori Perelman

PERELMAN

 

Grigori Perelman  nació el 13 de junio de 1966 en Leningrado, actual San Petersburgo. En la escuela fue un joven brillante, especialmente en matemática. En 1980 consiguió la puntuación más alta en la prestigiosa organización para personas con elevado cociente intelectual Mensa. Se doctoró en la Facultad de Mecánica y Matemática de Leningrado, donde había ingresado con 16 años, con una tesis titulada “Superficies en silla en espacio euclídeos”. En 1982, compitiendo como miembro del equipo de la URSS en la Olimpiada Internacional de Matemática en Budapest, ganó una medalla de oro. Dedicó ocho años de su vida a uno de “los siete problemas del milenio”, la hipótesis de Poincaré. Un problema que llevaba abierto desde hacía 109 años y Perelman anunció haberlo resuelto en 2002 a través de Internet. En agosto de 2006, se le otorgó la Medalla Fields, considerada como el mayor honor que puede recibir un matemático, la cual rechazó. También rechazó el millón de dólares que el Clay Mathematics Institute le concedió por haber resuelto la hipótesis, ahora ya teorema de Poincaré. Algunos medios han calificado a Perelman como “el ser humano más inteligente del mundo”. Y otros, entre ellos varias organizaciones no gubernamentales, han dicho que su rechazo a premios y dinero, especialmente al dinero, es una “torpeza social”. Incluso John Nash, el matemático que inspiró la película “Una mente maravillosa”, le describe como «poco convencional«.

En una de las pocas entrevistas que ha concedido, dijo: «Los vacíos existen por todos lados. El poder de calcularlos nos da grandes posibilidades. Sé cómo manejar el universo. Ahora díganme: ¿por qué tendría que correr a buscar un millón?» Supongo que al señor Grigori Perelman, que ha dedicado gran parte de su vida a contestar preguntas que otros se han hecho, no le molestará que intentemos contestar a la suya de “¿por qué tendría que correr a buscar un millón?». La respuesta es muy sencilla: si usted no lo necesita, hay personas que sí. Muy cerca de donde usted vive, hay niños que no tienen libros; hay ancianos que no pueden pagar la factura de la calefacción; hay personas que no tienen abrigos ni alimentos suficientes. Es cierto, como usted dice que “Los vacíos existen por todos lados” y el primer vacío que tenemos todos que aprender a manejar es el de nuestro propio corazón.

Mentiras, malditas mentiras y estadísticas

MENTIRAS

“Hay tres clases de mentiras: las mentiras, las malditas mentiras y las estadísticas”. No se sabe con certeza quién dijo esta frase, aunque se suele atribuir a Mark Twain, pero sea de quien sea, expresa muy bien el problema que hay a la hora de sacar un pedazo de realidad a través de la estadística. La cuestión es muy sencilla de entender, y voy a poner unos cuantos ejemplos típicos de problemas en los que podemos caer cuando interpretamos datos estadísticos.

–Mi amigo se ha comido dos pollos y yo ninguno. Según la estadística, los dos hemos cenado razonablemente bien, pero en realidad, ninguno cenamos bien, el comió demasiado y yo demasiado poco…

–Según los datos estadísticos de la DGT, el alcohol es la causa del 30% de los accidentes mortales en la carretera. Por lo tanto, el 70% han sido causados por personas sobrias… luego, estadísticamente hablando, es mucho más peligroso conducir sobrio.

Podemos encontrar este tipo de ejemplos en la web; estos que he mencionado los he sacado de la página “La aldea irreductible”, pero hay muchos y sobre todo tipo de estadísticas. Y podríamos continuar con este tipo, con el número de coches por habitante, tasa de natalidad, etc. Muchos atribuyen estos problemas a las propias estadísticas, pero, en realidad, no son problemas de los datos estadísticos, sino del mal uso que hacemos de la lógica.

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La curva de Laffer en una servilleta

CURVA DE LAFFER

A pesar de que la televisión, la radio y los periódicos estén llenos de noticias económicas, resulta muy difícil escribir algo sobre economía sin caer en el pantano oscuro y pegajoso de lo que hoy entendemos por “política”. Sin embargo, tanto la política como la economía son ciencias. Y en ellas podemos encontrar verdades en el mismo nivel que las podemos encontrar en química, medicina, astronomía o geometría.

Es verdad que la economía parece una ciencia menos exacta, más estadística. Pero en este mundo es muy difícil encontrar algo exacto. Si las cosas fuesen mecánicamente exactas, no existirían la libertad, las equivocaciones, la responsabilidad ni la evolución. Y el mundo sería un lugar lleno de repeticiones exactas, triste, en el que todos estaríamos perdiendo el tiempo: muchísimo tiempo; en realidad, todo el tiempo.

Afortunadamente, las cosas no son así de tristemente exactas. Y como ya hice notar en mi anterior post, en algunos conceptos económicos y políticos hay verdades universales que están, o deberían estar, más allá de toda discusión ideológica.

Solía decir Benjamín Franklin que “En este mundo solo hay dos cosas seguras: la muerte y pagar impuestos”. Y sobre impuestos es de lo que estaban hablando el economista Arthur Laffer y el jefe de Gabinete del entonces presidente Gerald Ford durante una comida en un restaurante de Washington, en 1974. Laffer explicaba que cuando los impuestos son cero, los ingresos fiscales son cero, y que si la tasa impositiva fuese del 100%, los ingresos fiscales también serían de cero.

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Enredos que abarcan la ciencia y lo oculto

ENREDOS

 

El enredo

El matemático Douglas Hofstadter, en su interesante libro Gödel, Escher, Bach: un eterno y grácil bucle, en el que trata de explicar su convencimiento de que la conciencia, el alma, es una ilusión creada por el cerebro, ha incluido un apartado titulado Enredos que abarcan la ciencia y lo oculto. El enredo de la ciencia con la pseudociencia no es nuevo. Ya en esa época, la ciencia de identificar a los animales por sus huellas o la ciencia y la tecnología para fabricar útiles líticos estaban enredadas con la pseudociencia de los charlatanes que creían poder curar una infección con humo. Desde entonces hasta ahora distinguir uno de otro ha sido una dura tarea. Tarea que es parte muy importante de la propia ciencia y de la filosofía.

Desenredando el enredo

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Por fin, Escher

escher_belvedereEl informático Gershon Elber y su equipo del laboratorio del Institute of Technology Technion, en Israel, han diseñado un programa capaz de hacer realidad el sueño de millones de admiradores: pasar la arquitectura imposible de Escher de las dos dimensiones, 2D, a 3D, gracias a un nuevo programa informático.

Una vez, el pintor alemán Maurits Cornelis Escher, declaró: “Mis ideas están basadas en mi asombro y admiración por las leyes contenidas en el mundo que nos rodea. Quien se maravilla de algo, toma conciencia de algo maravilloso”. Y ahora, gracias al trabajo del informático Gershon Elber, podemos maravillarnos y tomar más conciencia del trabajo de este gran artista. A él siempre le obsesionó el conflicto entre lo que era capaz de imaginar en tres dimensiones y la forma de plasmarlo en el plano, de solo dos dimensiones, sin que por ello perdiera la fuerza ni perspectivas del mundo real.

Para superar estos problemas, Escher creó unas técnicas que consiguen una serie de ilusiones ópticas muy logradas. Sin embargo, para el que vea por primera vez alguna de sus obras, es complicado imaginar sus peces, aves, escaleras que suben y bajan al mismo piso, torres, círculos, triángulos… en tres dimensiones, es casi imposible. Y eso es precisamente lo que se propuso Gershon Elber y su equipo: sacar del mundo de dos dimisiones las litografías y dibujos, y traerlos a nuestro mundo de tres dimensiones. Para ello crearon un software capaz de convertir las ilusiones ópticas de los dibujos de Escher en órdenes precisas para que una impresora haga una copia de la obra en tres dimensiones. Con la gran ventaja de que la copia en 3D mantiene las ilusiones ópticas diseñadas originalmente por Escher. Este logro del software de Elber se publicó en la revista Advances in Architectural Geometry.

Con motivo de este logro, el Technion (Israel Institute of Technology) ha publicado el vídeo que podemos ver abajo con todo el proceso de fabricación. En él podemos ver, paso a paso, cómo el profesor Elber envía los datos a una impresora 3D. Tras una espera de 27 horas de impresión, el milagro: una versión de la litografía de Escher, conocida como “Belvedere” en tres dimensiones. Que podemos coger, girar y tocar. Y tal como declaró el propio Escher:”Quien se maravilla de algo, toma conciencia de algo maravilloso”.

Plantas muy «humanas»

PLANTAS HUMANAS

En su último libro, titulado “Qué sabe una planta”, Daniel Chamovitz, doctor en Biología y director del Centro de Biociencias de la Universidad de Tel Aviv, nos revela que las plantas pueden sentir el entorno, tomar decisiones inteligentes y comunicarse unas con otras a través de un sorprendente lenguaje químico.

La genética de las plantas no es tan diferente de la del ser humano. En una entrevista publicada en Scientific American, Daniel Chamovitz explicaba: estos (descubrimientos) me han llevado a darme cuenta de que la diferencia genética entre las plantas y los animales no es tan significativa como yo ingenuamente había creído una vez. Así que, mientras todavía no estaba investigando este campo, ya comencé a cuestionarme los paralelismos entre las plantas y la biología humana.

Y añadía: las plantas tuvieron que desarrollar mecanismos sensoriales muy sensibles y complejos que les permiten sobrevivir en ambientes cambiantes (…). Ellas necesitan ver dónde está su comida; necesitan sentir el clima y ser capaces de oler los peligros. Y tienen que ser capaces de integrar toda esta información de forma dinámica y cambiante. El hecho de que no vemos a las plantas moverse no significa que su mundo interior no sea rico y dinámico. Y a enseñarnos eso dedica Chamovitz su último libro, “Qué sabe una planta”, a mostrarnos ese mundo interior rico y dinámico de estos seres vivos.

Cada capítulo está dedicado a explorar las similitudes entre los sentidos humanos y los de las plantas. Así, vemos que el primer capítulo, titulado “Lo que ve una planta”, comienza de una forma provocativa con esta afirmación: “Piensa sobre esto: las plantas pueden verte”. En este capítulo se explica cómo las plantas pueden distinguir entre los diferentes tipos de colores. También encontramos páginas dedicadas a explorar las similitudes entre el resto de los sentidos  humanos. El autor afirma que las plantas pueden sentir y diferenciar los distintos aromas o que también tienen sentido del tacto, porque saben cuándo son acariciadas o agredidas.

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Paul Krugman y los experimentos de Solomon Asch

PAUL KRUGMAN

Solomon Asch (1907-1996) fue un psicólogo estadounidense que trabajó en el campo de la psicología social. Asch se hizo famoso gracias a una serie de experimentos, realizados alrededor de 1950, y que ahora son conocidos como “Los experimentos de conformidad de Asch”. El conformismo puede definirse como «un cambio de conducta u opinión de una persona, resultado de una presión real o imaginada por parte de una o varias personas».

Los experimentos de conformidad de Asch nacieron con un objetivo muy simple: estudiar las condiciones, los motivos y la resistencia de los individuos a las presiones del medio cuando estas son, ciertamente, contrarias a sus propias convicciones e, incluso, contrarias a la realidad de lo que ven.

El experimento es muy sencillo y fácil de realizar. Se reúne a un  grupo de personas, normalmente jóvenes estudiantes, en el cual, todos los participantes excepto uno son cómplices del experimentador. Se les dice que van a ser sometidos a una “prueba de visión”. Pero en realidad, el experimento consiste  en ver cómo el estudiante restante (el único que no es cómplice) reacciona frente al comportamiento del grupo. Se reúnen y se procede a enseñar una serie de tarjetas con varias rayas de diferentes tamaños: unas más largas que otras. Y se les pregunta cosas como: ¿cuál de la rayas es la más larga?

Al principio todos están de acuerdo y responden la verdad de lo que ven. Pero los cómplices, habrán sido preparados para dar respuestas unánimes e incorrectas en los tests. Los resultados muestran que, en estas circunstancias, un 37% de las personas se conforma con el punto de vista mayoritario. Incluso en los casos en los que las respuestas son contrarias a la realidad. O sea, una de cada tres personas se conforman con la opinión de la mayoría incluso sabiendo, sin dudas, que es un opinión equivocada.  Por eso también, este comportamiento se ha llamado “conformismo irracional” o “no lógico”.

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Las matemáticas y el mercado laboral español

LAS MATEMATICAS

Las matemáticas confirman el caos del mercado laboral español

Hiperión es un satélite con forma de patata que orbita alrededor de Saturno. Visto así, es posible que usted crea que su historia laboral no tiene nada en común con Hiperión. Pero se equivoca. Porque una de las características de este Hiperión es que la rotación sobre su propio eje es caótica. Y eso es lo que precisamente ha encontrado la profesora Elena Olmedo Fernández en el mercado laboral español: caos.

Este descubrimiento se ha publicado en la importante revista “Chaos, Solitons & Fractals”. El trabajo se pudo realizar gracias a los datos sobre el desempleo facilitados por el INEM a lo largo de 36 años, entre 1965 y 2001. Con esos datos se ha calculado el denominado “máximo exponente de Lyapunov”. Los exponentes de Liapunov, como ahora se les conoce, son un conjunto de números que se emplean para detectar la presencia del caos en los sistemas dinámicos. Y lo que han revelado es lo que cualquier parado sabe: que el mercado laboral español es caótico.

Un sistema dinámico es caótico cuando es muy difícil predecir su comportamiento, su evolución en el tiempo. En palabras de la propia Elena Olmedo, un sistema es caótico cuando su comportamiento es “altamente complejo e impredecible a largo plazo”. Esto no significa que sea imposible de predecir. “Porque –continúa la profesora Olmedo– a corto plazo, se puede predecir, aunque para ello hay que utilizar modelos no lineales que capten la complejidad del comportamiento observado”. Traducido: no cuente con que su empleo le dure tanto como su hipoteca.