Catedrales

Querido amigo:

Me ha dado una gran alegría el que me hayas escrito expresándome tus sentimientos y tus pensamientos. Creo que es lo más importante en la convivencia y en la amistad, y que es algo de lo que nos sentimos hoy día faltos. De compartir, no solo nuestros quehaceres, que igualmente es fundamental, sino también lo que las cosas que vivimos o sentimos significan para cada uno. Tú sabes que se pueden vivir las mismas cosas con otras personas y significar cosas muy distintas para cada una. Y cada una sacar conclusiones dispares de las mismas experiencias. Por eso creo que no solo consiste en vivir juntos en lo exterior, sino también vivir juntos en lo interior.

Esto que he citado se ha olvidado mucho en los últimos tiempos, lo que ha llevado a situaciones sin sentido, en las cuales muchas personas colaboraban en las mismas cosas, existiendo una cierta unión en la acción, pero escarbando un poco se descubría que no existía la misma unidad interior. Porque toda acción creo que ha de tener un sentido interior que la promueva y anime, y este sentido es lo más importante, porque es el motor y el corazón de lo que se hace. Supongo que te será fácil encontrar ejemplos para el caso, como a mí se me ocurren muchos.

No solo, por tanto, es importante la acción externa, es mucho más importante el sentido interno de la misma, o acción interna.

Cuidemos mucho, por tanto, cuando acometamos alguna empresa con otros, de mantener esa unidad interior, teniendo siempre presente todos el porqué de lo que hacemos, el significado interno que tiene, y comunicarnos siempre nuestros íntimos sentimientos acerca de ello. De otra manera, llegará el día, Dios no lo quiera, en que todos estemos construyendo una catedral (según unos planos muy antiguos), pero nadie sepa ni por qué ni para qué, ni siquiera qué interés tienen en construirla. Recordarás (me viene ahora a la memoria) lo que contestaron los obreros que construían una catedral, cuando alguien les preguntó qué estaban haciendo. Es un viejo cuento, pero muy ilustrativo de lo que hablo. Uno dijo: “me gano mi sustento”. El otro dijo: “mantengo a mi familia”, pero el último contestó: “construyo una catedral”.

Hay que hacer cosas, ya lo sabemos. Si no se actúa, nada se construye. Pero recuerda siempre que para ir construyendo una catedral no solo harán falta las manos y la mente. Siempre será preciso el corazón.

Un gran abrazo de tu amigo.

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