Economía

Yo tomo café en un bar cerca de casa, porque creo que es el mejor café que se puede tomar en Cádiz. Yo, de siempre, por mis genes, he sido asiduo al café, que me despierta, me anima, me alegra, y además me resulta un placer, porque su sabor, su aroma, su color y todo él me fascina.

Pues hace unos días, el camarero me anunció que había subido el precio del café. Como ya tenemos la suficiente confianza, después de años día a día viéndonos y charlando, le dije:

–¿Qué pasa, Antonio, que te quieres comprar un mercedes?

–Qué va, qué va… –me contestó–, lo que pasa es que cada vez me dejan más a deber. La cosa está fatal. Que si esto, que si lo otro… Por ponerte un ejemplo, las limpiadoras del colegio no me pagan el desayuno porque me cuentan que la empresa no les paga las nóminas. Y, según me dicen, la empresa alega que, como a ellos no les paga el ayuntamiento, ellos no tienen dinero para pagarles.

–Pues vaya… –le dije yo–. Así andamos…

Seguí tomando mi café mientras leía distraídamente el diario. Este momento es una especie de rito matutino que nunca omito, salvo fuerza muy mayor.

Pero luego, de vuelta a casa, me puse a pensar.

Las empleadas de limpieza no cobran porque la empresa no les puede pagar.

Y no les puede pagar porque a ellos no les paga el ayuntamiento.

Pero claro, el ayuntamiento dice que no les puede pagar por falta de presupuesto, ya que no recibe los fondos necesarios del Estado para atender a todos sus acreedores.

Bien, bien…

Y resulta que el Estado aclara que, como hay tanta gente en paro, no recauda los impuestos suficientes para atender las necesidades que tiene que atender, y además tiene que dedicar una barbaridad de dinero en pagar el desempleo, así que no puede dotar de medios financieros a casi nadie, entre otros  a los ayuntamientos.

Los desempleados, está claro, no pueden tributar a Hacienda porque no tienen trabajo, y como los empresarios no les contratan, pues siguen en paro.

Y los empresarios dicen que no pueden contratar a más trabajadores porque la gente no les compra suficiente cantidad de sus productos, ya que están sin trabajo, y que las materias primas suben de precio, así que bajan sus beneficios. Por esto, además, tienen que vender sus productos más caros.

Como es el caso del café, que, a consecuencia de la subida de la materia prima y de las deudas de los clientes, me han subido a mí.

¿Qué es lo que se puede hacer? Solo Dios lo sabe…

Es lo que más se me asemeja a una serpiente que se muerde la cola.

Y lo peor será no que se muerda su cola, sino que nos muerda a los pobres mortales sufridores de toda esta historia, que no entendemos que cada día se trabaje más, el sueldo llegue para menos y que, pese a todo, vivamos en una de las zonas más afortunadas del planeta.

¿Qué será entonces para los que viven en el llamado tercer mundo, a los que, hipócritamente, decimos que ya no podemos ayudarles ¡porque no tenemos dinero!?

En fin, esto de la economía, y de la macroeconomía, es un asunto verdaderamente complicado, enrevesado y… misterioso.

Yo más bien creo, personalmente, que más que misterioso es, a todas luces, absurdo.

¿Qué pensáis vosotros?

One thought on “Economía

  1. «Absurdo» es una palabra deliciosamente precisa para describir el sistema económico y su impacto en nuestros días.

    Me resulta curiosa la conversación con el camarero, ya que como al comienzo narras que sucedió en Cádiz casi esperaba a que reprodujeras ese habla tan característica del sur (gran parte de mi familia es gaditana, y la otra parte es de Sevilla); llamó mi atención e intenté imaginar la conversación en su «naturalidad».

    Gracias por compartir tus pensamientos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *