Ay, qué rápido habéis abierto este blog, ¿eh? Pues ahí va…
Con permiso de mis muy estimados compis Tachen y Cyrano, yo también voy a no hablar de fútbol, sin dejar de hacerlo.
Me resulta realmente curioso que llevemos dos meses de blog y sea la primera vez que uno os seguís al otro y haya ocurrido precisamente con este tema. Y yo me pregunto, ¿seguro que los hombres no tienen un canal especial para el fútbol? Es que hay algo que les une a través de esto, como a nosotras los peliculones con beso al final.
¿Realmente los hombres y las mujeres tenemos características tan definitorias de cada sexo? Muchos se empeñan en decir que es así y, para qué mentir, algunas de ellas me resultan evidentes. Pero ¿por qué yo me empeño en sentirnos iguales?
Posiblemente, la respuesta esté en el nivel de profundidad, como el mar (por cierto, solo yo faltaba por hablar del mar).
Sí, resulta que según vas profundizando en capas de agua, se dejan de apreciar colores, se van perdiendo de uno en uno siguiendo el orden del arco iris, hasta que lo único que se percibe es un negro absoluto, porque ya ni la luz es capaz de llegar a tales profundidades.
Puede que los primeros colores que conforman al ser humano puedan variar en tonalidades y generar similitudes entre hombres y entre mujeres. Sin embargo, dentro de mí estoy segura de que cuanto más profundicemos, más universal será lo que encontremos. Ese lugar al que no llega más luz que la que salga de nosotros mismos.