
La tarde otoñal cae, se insinúa el invierno. Tú y yo compartimos un café calentito mientras charlamos. Nos conocemos hace mucho, así que dejamos que las palabras vuelen y que sus alas nos trasladan a lugares imaginarios, a situaciones imposibles, a recuerdos queridos. Y de este modo alcanzamos territorios donde todo es posible, en los que residen ideas maravillosas.
—¿Qué te parece si hacemos un ejercicio de imaginación y traemos a nuestras charlas a alguien de nuestros sueños, alguien interesante? —digo interrumpiendo el repentino silencio.
—¿Interesante?, ¿cómo de interesante? ¿Acaso yo no te parezco bastante interesante? —dices sonriendo.