La intención de este blog es hablar de filosofía desde la cotidianidad. Encontrar en ese cada día un modo muy chulo de mirar la vida, con alegría, con manejo, dándole tranquilas vueltas a algo que nos importa mucho: todo lo que existe, todo lo que somos.
La sección «Buscando a Sofía» ha pretendido acercar esta materia a la gente más ajena a ella, paso a paso, poco a poco, con explicaciones básicas y sencillas primero, y después con narraciones cortas que mostraban la importancia de cada ser para sí mismo, que intentaban que cada uno se mirase y conociera un poco más.
Ahora, y recordando que en lo cotidiano es donde vivimos, toca, ¿por qué no?, pasar por las cosas que realmente dan forma a nuestro día (el fondo ya lo ponemos cada uno de nosotros). Son aquello que nos importa, que nos llena el tiempo, la cabeza y las emociones, somos nosotros al fin y al cabo. Me refiero a nuestro trabajo, familia, hijos, amigos, pareja, el preciado ocio…, de todo ello tratarán los próximos blog de Buscando a Sofía pero, prometido, desde dentro y desde el suelo, más propios que ajenos.
Veo que este es un mensaje más informativo que profundo; bueno, ha de haber de todo, pero es un mensaje que sueña con regalar momentos-bufanda. Esa sensación de acurrucarte en el orejero con una llamada tan cercana que olvidas el paso del tiempo, o de escuchar llover desde el portátil o la cazuela, mientras piensas: “esto pide una galleta de chocolate”, de tener a un pitufo de dos años (humano, felino, canino…) durmiendo sobre ti mientras termina la peli del viernes por la noche; eso es un momento bufanda, el que te transmite esa misma sensación que la susodicha mientras paseas en invierno.
Si la filosofía que buscamos es la cotidiana, busquémosla pues, en casa.