Como recomendabas, Tachen, he leído a Ángela y me ha gustado mucho. Y, con tu permiso, comienzo un nuevo post de este tema que nace del tuyo, y me parece lo bastante destacable:
«La inquietud es el alimento del cerebro», o puede que del alma, como decías tú en el comentario que has dejado a Ángela.
Pero…¿de dónde sale la inquietud? Esa es la pregunta del filósofo, te contaba.
Lo realmente difícil (para algunos o a veces) es conseguir inquietud por la vida. De dónde la sacamos, de dónde nace, cuál es su manantial, el árbol que la tiene como fruto, el animal que la pare… ¿cómo comprar inquietud, cómo transmitirla?
Esa es la gran cuestión, ¿o es que si no estuviéramos todos inquietos por la vida no iríamos sonriendo por la calle y hablando un mismo idioma, exentos de conflictos y preocupaciones?
Si nuestro amigo Cyrano estuviera aquí, nos diría que sale del sentido trágico de la existencia, que Unamuno tanto explicó. Si E. Tolke estuviera aquí diría que de nuestro grado de conciencia sobre la vida y de dar al ahora su verdadera y absoluta importancia.
Yo, que no sé la respuesta, busco en mi interior, en un gran libro de la sabiduría que se ve dentro (y que no es de mi propiedad), qué no sé cómo se encuentra conectado con el libro de sabiduría de cada persona, y todos ellos a un libro mucho mayor y común… que no sé dónde esta…, y lo que me responde es:
La honestidad genera inquietud. La honestidad con ese que eres, para vivir coherentemente, te da tranquilidad y vitalidad, inquietud y disfrute por todo. La honestidad con lo que sientes y crees te hace real, te desempaña los cristales con que miras cuando caminas, y te muestra la verdad de la vida. La inquietud es una señal de que somos conscientes de la vitalidad, energía y grandeza de todo lo que existe, reflejado en nuestro interior libro de sabiduría, y plasmado en nuestras acciones y semblante.
El que está vivo y tiene los ojos del alma abiertos, está inquieto.