Leía hoy un artículo de José Antonio Marina, un prestigioso filósofo español, profesor, escritor y sobre todo, alguien que aprecia la vida.
Las respuestas a las preguntas que le planteaban eran dignas de reflexión todas ellas. Sin embargo, la que más me ha llamado la atención ha sido una referida a la inteligencia.
Sobre este tema, el filósofo ha respondido que no es, como se piensa, una herramienta para alcanzar contenidos innumerables, sino para aprender a vivir y ser coherentes con toda la capacidad humana que llevamos dentro. Es una guía por la que manejamos la realidad existente para saber vivir.
Estas no son sus palabras exactas, pero sí la idea que me han transmitido. Decía que el hombre no es bueno por naturaleza, ni malo, y que su camino está en aprender a ser inteligente y bueno; ese es el logro que debe conseguir.
Entresaqué también de sus palabras la respuesta a una idea que ha rondado en varias ocasiones por este blog: ¿por qué la gente no es feliz?
Su propuesta es que tenemos más que nunca, pero deseamos más que nunca, por lo que la diferencia entre lo esperado y la realidad es enorme y nos convierte en insatisfechos. Ello es debido a que ya no deseamos lo que realmente necesitamos. Lo necesario estaría en el campo de lo limitado: comida, abrigo, afecto… y ser.
Todo esto, además de aclarar algunas cuestiones pendientes y ratificar otras, me ha hecho recordar la importancia de la honestidad; un redescubrimiento reciente para mí, a pesar de parecer algo sencillo.
Tengo la intuición de que todos los problemas se arreglarían con honestidad, sobre todo con uno mismo, pero también con los demás. Una vez que eres honesto, no puedes evitar ser humilde, lleno, sereno, e incluso seguro. Eres lo que eres, estás ahí, eres así. Qué más puede faltar. Desde ese punto, te relacionas con los demás y les aportas lo que eres, lo que piensas, lo que sientes, con honestidad, y con inteligencia, ¿por qué no?
Yo añadiría, si es que es posible, a las palabras de este autor, que la inteligencia es absolutamente necesaria, y que efectivamente es para aprender a vivir y no para otra cosa. Pero con honestidad; sólo desde ahí limpia en lugar de crear insatisfacción. Supongo que a eso se referirá él, quizás, no lo sé, cuando dice que el objetivo de nuestra vida es «ser inteligentes y buenos».