Se cuenta que cuando al gran alquimista Salomón Trimosín, nacido en 1490, se le preguntó cuánto pensaba vivir, contestó que hasta el día del Juicio Final.
Unos años más tarde, concretamente el sábado, 7 de mayo de 2005, en una entrevista publicada por el periódico El Mundo, el biólogo de la Universidad de Cambridge, especialista en envejecimiento, Aubrey de Grey, afirmó lo siguiente: Me apuesto lo que usted quiera a que ya ha nacido una niña que va a vivir indefinidamente.
Ciertamente, buscar la fuente de la eterna juventud ya no es una quimera de los antiguos alquimistas medievales, sino que se ha convertido en una realidad, en un objetivo de la ciencia. Encontrar las llaves de nuestro reloj biológico parece que está al alcance de la mano: la química, la biotecnología, la robótica, la informática, etc., todas las ramas del saber aportan su granito de arena para conseguir ese viejo sueño; vivir muchos, muchísimos años hasta llegar a ser eternos, es el gran objetivo.
¿Y… después qué?
Yo trabajo en una zona en la que viven muchas personas mayores, muchos de ellos se jubilaron con cincuenta y pocos años, así que todavía tienen por delante muchos años de paz y tranquilidad. Pero el hecho es que muchas de estas personas no encuentren ni paz ni tranquilidad: miran la TV, pasean y pasean hasta que encuentran a alguien que les presta un poco de atención y entonces hablan y hablan, y luego vuelven a pasear y a pasear, y así todos los días.
Y no crean que este comportamiento sea exclusivo de los mayores; también se da en muchos jóvenes, que se aburren y hacen eso que aquí se dice mucho “matar el tiempo”. Incluso se da el caso de que muchas personas renuncian a vivir sus vidas y se dedican a vivir vidas ajenas a través de la televisión, llenas de aventuras, amor, conocimientos, viajes, etc.
Yo, señor Aubrey de Grey, también voy a apostar con usted a que esa niña que va a vivir indefinidamente se va a aburrir indefinidamente. Así que tenemos que preguntarnos: ¿está la mente humana preparada para soportar una vida significativamente más larga que la que tenemos actualmente? Yo no lo sé, pero la respuesta a esta pregunta puede ser la clave en la diferencia tan sutilmente señalada por Séneca cuando preguntó: Mira a ese hombre de pelo canoso. ¿Qué dirías de él, que ha durado mucho o que ha vivido mucho?
Quizá, Sr. Aubrey, algún día la ciencia nos permitirá durar mucho, mucho tiempo, pero yo no me conformo con durar, yo quiero vivir, y vivir intensamente la vida, sea esta larga o corta.
Como dijo Abraham Lincoln: “Al final, lo que importa no son los años de vida, sino la vida de los años”.