Según cuenta la leyenda, el filósofo y poeta griego del siglo VI a.C. Epiménides de Cnossos permaneció dormido durante cincuenta y siete años en una cueva cretense, bendecida por Zeus, para luego despertar dotado con la virtud de poder profetizar lo que iba a ocurrir.
Plutarco nos deja más tranquilos: sólo fueron cincuenta, no cincuenta y siete los años en que permaneció dormido. También nos dice que Epiménides purificó Atenas luego de la contaminación traída por los Alcmeónidas, y su maestría en sacrificios, así como sus cambios en las prácticas fúnebres, fueron de gran ayuda a Solón en su reforma del Estado ateniense.
Epiménides nos dejó una paradoja que no lo es. Seguro que todos la hemos oído y hemos pensado en su aparente contradicción. Dice así:
“Todos los cretenses son unos mentirosos”. Sabiendo que él mismo era cretense, ¿decía Epiménides la verdad?
Esta paradoja es aparente, pues aunque la afirmación no puede ser cierta, sí podría ser falsa.
- Si suponemos que es cierta, Epiménides afirma que, como cualquier cretense, está mintiendo, y por lo tanto, la afirmación sería falsa, llegando a una contradicción.
- Pero si suponemos que es falsa, no alcanzamos una contradicción, ya que si la afirmación “Todos los cretenses mienten” es falsa, significa que hay al menos un cretense, no necesariamente Epiménides, que dice la verdad. Por lo tanto, es perfectamente posible que la afirmación sea falsa, y la afirmación no es una verdadera paradoja.
Epiménides durmió durante más de 50 años, y ninguno de sus contemporáneos en Creta pudo decir si su paradoja era verdadera…
Esta paradoja se asemeja a la llamada “paradoja del mentiroso”, cuyas versiones más conocidas son: “Estoy mintiendo” y “Esta oración es falsa”. En este caso sí se trata de una verdadera paradoja, y como demostró el matemático Kurt Gödel hace casi 80 años, es posible construir oraciones perfectamente correctas según las reglas gramaticales y semánticas pero que pueden no tener un valor de verdad según la lógica tradicional. Otro célebre matemático y filósofo del siglo XX, Bertrand Russel, generalizó este tipo de paradojas, como las de los conjuntos que se pertenecen o no a sí mismos… pero esto sería tema de otro blog.