Sembraron en mí semillas
cuando yo ya creía
que mi tierra era estéril,
pedregosa y árida.
Invierno y otro invierno,
sin brotes en primavera,
sin esperanza casi,
casi sin fe.
Estiércol y estiércol,
araron y araron,
lluvia en otoño,
sol en primavera.
Pasaron los ciclos,
mi tierra yerta,
mis ojos ciegos,
mi palabra muerta.
Un día, una luz
alumbró mi frente,
y oí una voz.
¡Tú eres labrador!
Tomé mi azada,
amé mi tierra,
miré hasta el sol
y comprendí.
Nueva primavera
llegó y entendí.
Los brotes surgieron
y luego crecieron.
Bendije semillas,
labrador y azadón.
Bendije los brotes,
bendije al sembrador…
Muy bueno