En la ciudad de Marbella, año 2004. Un amigo alemán me contó una vez:
No señor, los jóvenes alemanes nos son como los de antes, no trabajan tanto ni son tan honrados. Mira, mi padre trabajó en el Deutsche Post (correo alemán) durante más de treinta años y siempre llevaba en el bolsillo de la camisa del uniforme dos bolígrafos. Uno de la empresa, que solo lo utilizaba para escribir cosas relacionadas con el trabajo, y el otro que era suyo personal y lo utilizaba para escribir cosas suyas personales.
Atenas, 470 a.C.-id., 399 a. C. (Apología de Sócrates):
«Por lo pronto, soy extraño al lenguaje que aquí se habla. Y así como si fuese yo un extranjero me disimularíais que os hablase de la manera y en el lenguaje de mi país, en igual forma exijo de vosotros, y creo justa mi petición, que no hagáis aprecio de mi manera de hablar, buena o mala, y que miréis solamente, con toda la atención posible, si os digo cosas justas o no, porque en esto consiste toda la virtud del juez, como la del orador: en decir la verdad».
Ninguna de estas cosas han tenido en cuenta las autoridades griegas: la honradez y la verdad, y durante mucho tiempo han estado presentando informes falsos sobre el estado de su economía. Pero no hace mucho tiempo que el ministro de Economía griego debió admitir públicamente lo evidente, que las cuentas de la economía griega habían sido maquilladas para ocultar la verdad. A partir de ahí una tormenta económica se desató sobre Grecia, y los ciudadanos griegos comenzaron a sufrir una crisis sin precedentes.
En muchos aspectos, es una crisis mucho peor que la que sufrieron los argentinos recientemente. Deuda pública disparada, cierre de empresas, despidos masivos, bajada real de los salarios, familias enteras sin ingresos y desesperación de las personas que ven cómo su vida se empobrece cada día un poco más y más. Los ciudadanos han perdido la confianza en la clase política y financiera del país y esta desconfianza se refleja en las estadísticas del Banco de Grecia: sólo en el mes de febrero los ciudadanos griegos han retirado más de 3000 millones de euros de los bancos griegos.
Esta crisis no es exclusivamente griega, la están sufriendo todos los países de la Unión Europa, y muchos nos preguntamos: ¿por qué está pasando esto?
Los expertos sacan sus conclusiones: burbuja inmobiliaria, problemas de liquidez, turbulencias de los mercados, tipos de interés, gasto público, gasto privado, etc.
Pero la verdad es que todas estas cosas son meros síntomas, la verdadera causa es la corrupción en todos los niveles de la sociedad.
Más que economía, lo que los políticos griegos deben estudiar es a su ilustre compatriota, a Platón, quien expresa lo siguiente: «…de la riqueza no deriva la virtud, sino que de la virtud deriva la riqueza…».
Al final, querido lector, la diferencia entre la pobreza y la riqueza está en la virtud: decir la verdad y en esos dos bolígrafos que durante treinta años llevó el padre de mi buen amigo Alaric.