Las nuevas tecnologías de la comunicación, que tanto están marcando los hábitos en nuestro tiempo, nos plantean cada día nuevos retos que ponen a prueba nuestra capacidad de adaptación a un medio siempre cambiante.
Internet es la plataforma global donde se escenifican los cambios de orientación en los comportamientos y se ponen en evidencia las debilidades sociales y morales del sistema que sustenta ese potente instrumento de comunicación. Todavía es pronto para poder calibrar en su justa proporción de qué manera esta compleja red de relaciones está influyendo en los procesos cognitivos de los que navegan por sus aguas virtuales, aunque ya hemos podido detectar que favorece determinados vicios inconfesables y también alienta y beneficia a los que buscan el conocimiento, por muy fragmentado y disperso que se encuentre en los laberintos de las líneas que nos ponen en contacto con los más recónditos archivos o bases de datos.
Tenemos también la certeza de otro interesante estímulo y es el desafío que presenta a la creatividad, en el sentido de la puesta en práctica de la potencia imaginativa para encontrar nuevos estilos, aplicaciones originales y en cierto sentido extraer todos los posibles beneficios que puede proporcionarnos.
La evolución tecnológica que ha logrado la Humanidad en esta fase de su larga Historia debe corresponderse con un desarrollo de las potencialidades que aún están latentes en cada ser humano, sin olvidar la necesidad de profundizar en una ética que oriente el sentido de las finalidades y de los objetivos.
La técnica nos invita a mirar hacia delante, a experimentar nuevos métodos y estilos, a sacudirnos inercias que pertenecen a un tiempo ya pasado. He aquí uno de los desafíos más apasionantes de nuestro tiempo.