Detalle de “La calumnia de Apeles”, de Sandro Botticelli
La sectología podría definirse como la ciencia que consiste en identificar, clasificar, etiquetar y hacer correr la voz sobre grupos de personas que se dedican a actividades que no cuadran con lo que los rastreadores de sectas consideran que deberían ser sus actividades.
Digo “podría definirse” (en condicional), porque “no se puede” (en presente).
No es ciencia. Es bulo, trama de novela, argumento de historieta humorística y otras cosas. Pero ciencia, no.
Es un arte antiguo (lo de la sectología). La sectografía histórica nos muestra que ya en el siglo V a. C., los vecinos de Pitágoras se empeñaron en tildarlo de “sectario” porque dirigía una comunidad que pretendía vivir según unas normas de ética y convivencia que no eran exactamente las que regían por aquellos contornos. De Pitágoras, algo sabemos. De sus vecinos, ni rastro.
Sectas famosas ha habido muchas: están los cristianos de las catacumbas, que eran perseguidos por pertenecer a una secta peligrosa y contestataria; los neoplatónicos, que eran perseguidos por los cristianos; los “Illuminati”, que eran esos que salen en la famosa novela de Dan Brown El Código Da Vinci, etc.
Sectarios ilustres fueron Pitágoras, Jesús y Warren Sánchez, sobre cuya biografía saben mucho Les Luthiers (El sendero de Warren Sánchez, Grandes Hitos).
Lo más importante para reconocer una secta en condiciones es hacer un diagnóstico precoz: ¿tienen un lunar en la sien izquierda?, ¿tienen un lunar en la sien derecha?, ¿no tienen ningún lunar en la sien? Los pasos para realizar un correcto sectograma están descritos con detalle por Antoine de Saint Exupéry (el autor de El Principito) en su obra Ciudadela (Visión de las sectas en Saint Exupéry).
No podría haber un buen ranking de sectas sin la existencia de un grupo de sectagogos eficaces, dedicados a otear el horizonte en busca de nuevos ejemplares para su colección.
Aunque hoy en día la palabra “sectario” se lanza alegremente como calificativo ofensivo (sea en una reunión de la comunidad de vecinos o en el Congreso de los Diputados), hay quienes, sin embargo, parecen haber hecho un máster en “sectosofía y letras”, y están especializados en etiquetar a grupos que, en definitiva, son aquellos a cuya costa consiguen ser populares durante un tiempo.
Pero en fin, afortunadamente la filosofía no tiene nada que ver con este complejo mundo en el que la opinión prima sobre el conocimiento real (eso ya lo decía Platón, y mira que han pasado años desde que lo dijo…).
Así que voy a escribir sobre otra cosa, no vaya a coger una “secticemia” (como dicen en mi pueblo).
Por cierto, sobre las sectas he leído un artículo buenísimo de la Directora Internacional de Nueva Acrópolis que os recomiendo: Las sectas.
Muy acertado tus comentarios, es una enfermedad social, querer vivir del cotilleo y de hablar de los demás alegremente, sin estudiar y respetar ideas que no sean las propias, lo que es propio de fanáticos. Desgraciadamente como con tantos otros en el pasado, mientras la humanidad no avance un poco más en su moral-respeto seguirán habiendo gente que quema a otros en hogueras de todo tipo.
Agradezco que tengamos la suerte de encontrar personas con la mente tan clara como tu.
Saludos Melinda, encontré por azar tu poesía del Pegaso Celeste. Tienes más poesías publicadas? Me ha gustado mucho la forma en la que escribes! noelamposta@gmail punto com, si prefieres ponerte en contacto conmigo por mail. Agradecería poder tener contacto contigo.
Me alegro de que te haya gustado, noel. Pues la verdad es que no escribo poesía, la del Pegaso salió de un tirón en una ocasión. Seguro que te ha pasado a ti alguna vez. Pero espero que sigas visitando nuestro blog, ya que veo que compartes el gusto por reflexionar cotidianamente…
Hola Melinda:
Me gustó mucho la forma simpática en que tratas el tema sectas, tema tan propio del mundo de la doxa, tan lejano a la idea del Bien, que propone Platón, y por ello un tema tan de actualidad, al menos hasta que la mayoría de la humanidad tome conciencia de que el mundo de la doxa, el mundo de la opinión es engañoso. Gracias por tu reflección.