Hay días que uno no sabe qué escribir. Será que todo está resuelto, o que en realidad estamos en plena trama humana, luchando por dentro con cosas que nos absorben.
El hombre está siempre enredado en pensamientos y emociones que le llevan: tengo que hacer todo esto, qué bien lo pasé ayer, uf, llego tarde al médico, qué cansado estoy, qué borde el compañero de trabajo, la amo, la amo… Son de todo tipo y densidad.
Todo lo que hacemos es tan importante… Quizás yo hoy no escriba por eso, porque tengo tannnnnto que hacer, tanto que resolver… Pero ¿seguro que todo eso es lo que importa? A veces tengo la sensación de que es justo lo que me aparta de la realidad.
Un día de estos, me voy a dedicar a levantarme siendo consciente de lo perfecto que es mi cuerpito, formas y gustos aparte. Después, cuando me vista, recordaré por qué elegí esa prenda, lo que disfruté comprándola, que está hecha, en parte, de alguna planta como el algodón, que unas manos la hicieron, o que una cabecita la ideó. Hay personas detrás de ella. Cada uno de los que me acompañan en el metro también lo son y apenas me doy cuenta de toda su presencia y realidad.
Haré mi trabajo siendo consciente de que estoy creando algo, de que es importante para otros. Lo haré bien por ello. Pasearé para volver a casa mirando al cielo y miraré más arriba y más arriba. Recordaré lo que hay más allá de la atmósfera, su grandeza e inmensidad e intentaré sentirme parte de ello, porque en realidad seguro que lo soy. Creo que esta será una de las cosas más importantes que haré hoy: recordar quién soy. Luego veré a mis hijos e intentaré enseñarles a distinguir las cosas importantes de las que no lo son. Sonreiré por la calle, intentaré perdonar a alguien hoy, alguien que sigue enredado en sus “mil cosas importantes” y, por ello, no se ha dado cuenta de que me pisó, bien el pie, bien la moral. Hablaré claro si realmente merece la pena hablar, seré sincera…
Un día de estos decidiré hacer solo cosas importantes.