Nos estamos acostumbrando a esta rara palabreja. Se trata de trasladar un centro de trabajo de una zona a otra, generalmente de un país a otro y últimamente de un extremo a otro del planeta. Ahora es más común porque gracias a la liberalización de aranceles y de fronteras económicas, el mundo se ha hecho más global. Y digo esto sin sorna, porque es insólito que además de las fronteras naturales los hombres establezcamos entre nosotros fronteras políticas y económicas. Me diréis que de alguna manera hay que regular la avalancha de movimientos masivos de gente de una zona desfavorecida a otra más rica. Pero en este argumento se asientan las ideas de conveniencia y de falta de confianza: falta de confianza porque no queremos que el esfuerzo traducido en riqueza que hemos generado para nuestra zona (ciudad, región, país, continente) sea aprovechada por otros que no contribuyeron a ello; conveniencia porque se permite que los gobernantes corruptos de países supuestamente pobres vivan de la explotación de la miseria de sus habitantes. En fin, una difícil cuestión.
Hace muchos años los españoles tenían que emigrar a Francia o Alemania para conseguir trabajo, pero a finales de los 80 y en los 90 se crearon suficientes trabajos para que empezara a llegar gente de fuera para cubrir las necesidades. Desde finales de los 90 y en este nuevo siglo dejaron de crearse nuevas industrias, y poco a poco muchas de las que había han ido trasladándose a los países del este. Lo curioso es que Hungría o Polonia han visto cómo algunas empresas se trasladaban a China y estos a su vez temen que se vayan a Filipinas o Vietnam. ¿Qué será lo siguiente? Porque parece que tanto Sudamérica como África no salen de su pobreza, subdesarrollo y letargo. Lo siguiente nos parece ciencia ficción. Los medio-esclavizados orientales serán sustituidos por robots (¿sabíais que robot es una palabra checa que significa esclavitud?) y quizá ya no hagan falta tantos trabajadores. Hasta que los robots «se harten» y exijan sus derechos. No sé bien cómo encajará esto en el actual sistema capitalista, que necesita que todos tengamos un trabajo para fabricar cosas que no nos hacen falta y así podamos obtener un dinero que utilizaremos para comprar lo que no necesitamos. Si tanta gente en España deja de trabajar en la industria o en el campo, y aunque aún seamos más ricos que nuestros vecinos del Sur, ¿de qué vamos a vivir a largo plazo? No sé, no lo entiendo.
Ayer se anunció que otra fábrica se cierra en España, además en una de las zonas con más paro de España. Más de 4000 familias que dejarán de recibir su sueldo mensual. Un día triste para la provincia de Cádiz, que no merece estos empresarios ni estos políticos.