Esta es la conclusión de esas escenas que han ido relatando cómo una persona cualquiera se ha topado con la filosofía desde su infancia. Son un ejemplo más. Lo importante es la idea principal con la que acabé el último día: «todo hombre es un filósofo». Sí, incluso usted.
Y, ¿cómo es eso? ¿Qué es un filósofo para que todos tengamos acceso a tan curiosa profesión o vocación sin más requisitos, a priori, que ser persona?
Si nos vamos a un diccionario a buscar el término filosofía, nos encontraremos con declaraciones como:
«Ciencia que trata de la esencia, propiedades, causas y efectos de las cosas naturales». Si «cosa» es todo aquello que tiene entidad, corporal o espiritual, susceptible de ser objeto de pensamiento, y «natural» es lo que tiene que ver con la Naturaleza, lo hecho con verdad, deduzco que esas «cosas naturales» que trata la filosofía son todo aquello en lo que podemos pensar y es verdadero. Bueno, yo creo que a eso llegamos todos, a pensar en la verdad, a saber qué es verdad.
Pero al igual que no es lo mismo poder pintar que ser un pintor, y hasta que no vemos reflejada nuestra capacidad sobre el lienzo no nos atrevemos a decir «soy pintor», no es justo que apodemos filósofo a aquel que, aunque es capaz de encontrar la verdad, no la busca. Dejaremos por ello esta primera parte de la definición concretada en: buscar lo que es verdad