Somos creadores y somos libres, pero nos quejamos de haber creado para nosotros un mundo de muecas amargas y laberintos que ocultan la belleza y la felicidad. Como dice Nikos Kazantzakis: «Puesto que tenemos el pincel y los colores, pintemos el paraíso y entremos en él».
A veces es más fácil ser bueno que ser justo. Sin el sentido de la justicia, la verdadera bondad, la justicia espiritual, aquello que le puede dar a cada cual lo que le corresponde en un sentido de bondad e inegoísmo, es lo más difícil de alcanzar.
Los tratados basados en intereses socioeconómicos, si no tienen un respaldo de verdadera formación y cultura humanista de las sociedades en la fraternidad y unidad esencial de la humanidad, no funcionan; simplemente, posponen los conflictos, mientras crece el resentimiento y el odio. La paz no se impone, sino que nace de la calidad humana, alejada de los fundamentalismos. los egoísmos y los miedos.