La cualidad de lo humano
«Lo importante no es mantenerse vivo, sino mantenerse humano» (George Orwell).
«Lo importante no es mantenerse vivo, sino mantenerse humano» (George Orwell).
El arte es un territorio imaginario donde las ideas toman formas y hacen visible o invisible, guardando significados en obras que desafían al tiempo y al afán destructor de los seres humanos (María Dolores Fernández-Fígares, Las caravanas de ideas entre Oriente y Occidente).
Ser filósofo no consiste en el mero formular pensamientos sutiles, ni siquiera en fundar una escuela (…). Consiste en resolver algunos de los problemas de la vida, no en el ámbito teórico, sino en el práctico (Henry David Thoreau).
«No podemos confiar en construir un mundo mejor sin mejorar los individuos. Con este propósito, cada uno de nosotros debe trabajar su propio perfeccionamiento aceptando, en la vida general de la humanidad, su parte de responsabilidad, ya que nuestro deber particular es el de ayudar a aquellos a quienes podemos ser útiles» (Madame Curie).
El barco está más seguro anclado en el puerto, pero ese no es el cometido de los barcos (Paulo Coelho).
«Verdad, belleza y bondad se sostienen o se derrumban juntas. Por lo tanto, una prueba de la verdad es la bondad; otra es la belleza» (Sri Ram)
«Sembrad en los niños ideas buenas, aunque no las entiendan; los años se encargarán de descifrarlas en su entendimiento y de hacerlas florecer en su corazón» (Maria Montessori). No basta que sean buenas ideas, sino que han de ser ideas buenas. Es decir, la moralidad por encima del interés. Es más valioso, humanamente hablando, tener una vida ajustada a unos principios éticos que ser inteligente.
¡AMEMOS! Si nadie sabe ni por qué reímos ni por qué lloramos; si nadie sabe ni por qué vivimos ni por qué nos vamos; si en un mar de tinieblas nos movemos, si todo es noche en rededor y arcano, ¡a lo menos amemos! ¡Quizás no sea en vano! AMADO NERVO
Quien no ha conocido la calma de un jardín oriental en una noche de verano, ignora que el paraíso existe en la tierra. Allí se mezclan los perfumes de las rosas con los de los hibiscos y los tamarindos; un agradable frescor sube del suelo regado por los jardineros al anochecer. Uno se pone a soñar con un universo donde el ser humano sabría de nuevo fraternizar con la flor más humilde (Christian Jacq, El egiptólogo).
Así como los ojos no piden recompensa por el hecho de ver, ni los pies por el de caminar, el hombre nacido para hacer el bien tiene en ello mismo su premio (Marco Aurelio).