Todos somos especiales

Me ha escrito una señora muy preocupada por su hijo de dos años y medio. Es un niño que no juega con nadie. La única vez que ha jugado con otro niño fue con uno discapcitado al que le entregó todos sus juguetes y hasta su botella de agua.

Este niño sufre un exceso de empatía, ya que llora cuando lo hacen los demás y entiende, desde su corta edad pero gran sensibilidad, que hay otros que precisan más que él, pero son perfectamente válidos para jugar.

Lo que la estupenda madre de este niño desea saber es si hay un motivo que lo haga diferente, ya sea por exceso o defecto, una etiqueta que justifique su conducta y le dé sentido. Quiere saber si su hijo es normal.

En realidad, todos somos normales y todos diferentes. Todos, seres humanos que pelean con la vida desde unas situaciones concretas que han ayudado a definirnos. Su hijo es normal, gran madre preocupada que hace todo lo que puede. Su hijo es tímido, su hijo es sensible y habrá que enseñarle a protegerse para que eso no sea peligroso para él. Pero no por cómo es él, capaz de darlo todo a los demás, sino por cómo son los demás, cada uno de su padre y de su madre y no todos capaces de empatizar tanto con los ajenos.

Todos normales y todos especiales, todos válidos por igual, todos mejorables, por supuesto, y para eso estamos cada uno, para autoconstruirnos hacia lo más grande que podamos llegar a ser.

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Estudiante finlandés

No hay más remedio que escribir sobre los acontecimientos ocurridos esta semana en los que un estudiante finlandés mató a tiros a varios compañeros de instituto, a su profesor y luego se suicidó (tengo un amigo que dice que todos estos chalados deberían empezar al revés, por uno mismo, y si después les quedan ganas, continuar con los demás).

En fin, bromas aparte, ¿en cuántos tópicos pensáis que voy a caer para escribir este blog? Pongo unos cuantos y luego sigo: “sociedad enferma”, “permisividad de tenencia de armas”, “países escandinavos ricos pero profundamente infelices”, “endémica admiración por el nazismo y la violencia en general”, “incapacidad policial de intervención ante estas muertes anunciadas”, “uso de Internet para apoyar a estos violentos solitarios”, etc.

Tópicos aparte, me ha llamado la atención que al buscar en Google los términos “estudiante finlandés” las treinta primeras páginas recomendadas por el buscador están relacionadas con este reciente crimen u otro similar ocurrido en noviembre de 2007. ¡Qué triste! No me gustaría ser estudiante finlandés y que en el mundo nos conocieran por estas dos personas enfermas. Pero ¿es más triste ser estudiante español? Si leemos la página 31 en el buscador de Google, nos sorprenderá el título «Fracaso escolar en España: Finlandia, el modelo a imitar», y dentro de la página un párrafo como este: “Una ampliación de ese estudio nos muestra algunas de las características del modelo educativo finlandés, el mejor ejemplo a imitar por España si quiere salir de la crisis educativa por la que atraviesa y que se refleja en el fracaso escolar de los últimos años”.

Al final entendemos el porqué de este artículo: es del año 2004 y posiblemente en ese año al buscar en Google “estudiante finlandés” solo aparecerían menciones a Linus Torvalds, el estudiante que con 18 años creó el sistema operativo informático Linux y nombrado por la revista Time como uno de los héroes de nuestro tiempo.

¿Con qué nos quedamos? Personalmente con una educación en valores, una educación que más allá de tratar de crear genios o personas con inteligencia destacada, esté interesada en crear hombres y mujeres buenos. ¿Os parece suficiente?

Pasado, presente y futuro

Creo que a todos nos preocupa nuestro pasado.

A todos nos inquieta, sobre todo cuando pesamos en la balanza de los valores los diferentes aspectos del tiempo. Hay unos que dicen que el pasado no les importa, que solo les interesa el presente; otros, que el futuro es lo más decisivo, y en él solo hay que pensar y poner todas nuestras energías. Otros dicen que el pasado tiene mucha fuerza y que nos condiciona el presente y el futuro.

Creo que el pasado tiene mucho que ver con la memoria, y todos queremos mantener buena memoria del pasado. Nietzsche, en cambio, agradecía a la vida su falta de memoria, pues así cualquier experiencia era nueva para él y el conocimiento tenía siempre la frescura de la primera vez.

Creo que lo grave de nuestro pasado es que lo consideramos inmutable e intocable, y nos suele pesar y condicionar como una losa. Pero he llegado a comprobar que no lo es. No es fijo, ya que, compuesto, como está, de tejidos psicológicos productos de vivencias anteriores, si cambian los significados de aquellas experiencias, algo ocurre que modifica sustancialmente (o radicalmente) nuestro pasado.

Me ha dado mucho que pensar lo incierto del tiempo. Siempre hemos creído en la ilusión de que el pasado era fijo, el futuro inexistente y el presente fugitivo. Pienso ahora que nada está más lejos de la realidad. Nada más movedizo que el pasado, ni más cambiante que el futuro. El pasado lo cambia la comprensión. Nuestras experiencias pasadas cambian su significado (o lo matizan), a medida que cambia nuestro nivel de comprensión. Solo el que tiene una apreciación de la vida que no cambia nunca tiene un pasado fijo e inamovible y siempre significa lo mismo para él. Generalmente, siempre lo recuerda muy bien y qué significó para él cada una de las cosas que le pasaron. No puede cambiar su pasado, como no puede cambiar su futuro, porque lo que le pase, o lo que viva, siempre tendrá un significado predeterminado, debido a su manera cristalizada de afrontar las experiencias.

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Vulgaridades

Cada noche, sobre las 21 horas, se alza en el aire un monólogo en gritos que debe de oírse en media ciudad. Se trata de una persona mayor que, recorriendo la terraza de su ático de lado a lado (cual tigre enjaulado), lanza su histriónica perorata para todo el que lo quiera oír, aunque lo cierto es que no se le entiende casi nada y creo que a él eso le importa poco, pues lo fundamental a mi entender es el acto y la intención en sí y no tanto el contenido del discurso.

Cada vez que le oigo se me dibuja una sonrisa en la boca, y es que en el fondo me hace gracia su actitud, no sé exactamente por qué; quizá me recuerda a una de esas terapias grupales en las que uno debe reírse, sin ganas, buscando el detonante en algún lugar de nosotros mismos hasta que lo encuentra; o expresar a voz en grito alguna ofensa guardada largamente por los años de los años, amén. No lo sé, pero en cierto modo admiro esa valentía (que para mucho es locura) de asomarse al mundo y gritar sin tapujos lo que sentimos, de no guardarse nada en el oscuro mundo del inconsciente para que el día menos pensado, esa mala energía salga por donde uno nunca imaginaría. Recomiendo probarlo, es muy gratificante y liberador.

El único peligro es que algún vecino malhumorado nos dé la réplica mandándonos callar alzando de malos modos su voz, pero nos tiene que dar igual, le estamos haciendo un enorme favor, porque en el fondo es un vecino más contagiado de tan vulgar y benéfica terapia.

Tengo cuatro mil millones de años

Hablando de nada con mi hijo de cuatro años, ayer me dijo:

–Cuando yo nací, hace cuatro mil millones de años…

No pude escuchar nada más. Me puse a mirarle encantada, no sé qué gesto mostraría mi rostro, pero lo que sentía era eso de «has dado con la clave de la vida, me acabas de enamorar, chaval, serás espontaneo y… ¿a que te lleno de besos?».

Qué idea tan torpe tienen los críos de las cosas importantes, ¿no? ¿O es al revés? ¿Son los críos los que tienen claras las cosas importantes y los torpes somos nosotros? Es posible que hasta tenga más razón él sintiendo todos esos millones de años que lleva vivo… Está claro que su sentimiento es de que hace mucho que anda por aquí. Pero, en realidad, ¿qué es mucho y qué es poco? ¿Qué es el tiempo en sí mismo sino una medida que utilizamos para intentar manejar la realidad, alejándonos cada vez más de ella, ya que su verdad dice: soy eterna?

¿Qué es lo lógico: sentirse uno con todo, sentirse un desde siempre o sentirse finito? ¿Qué más sabio: creer que lo que somos y lo que sabemos tiene que ver con el tiempo que hace que salimos del lugar más calentito del mundo o es justo desde entonces desde cuando intentamos recordar?

Porque igual uno nace con todo aprendido y es aquí donde se confunde, en este mundo de matrix y dualidades que definen conceptos a los que no alcanzamos. Igual, mi hijo hace cuatro mil millones de años que nació, ¿por qué no?

¿Día Internacional del Blog?

Leía en ElPais.com que hoy se celebra(ba) el IV Día Internacional del Blog, en el que se propone que cada blog recomiende a otros cinco blogs para así propagar el conocimiento de otros escritores blogueros.

No soy muy partidario de estas celebraciones, de estos «días internacionales de nosequé» de los que todos los días hay tres o cuatro. Este día, que se celebra el 31 de agosto (según leí porque «31 ag» se parece gráficamente a «blog» (¡qué absurdo!), tiene un sitio web, aunque también podemos encontrar otro día internacional del blog que se celebra el 14 de junio y en el que se propone escribir sobre un tema común; este año fue sobre el cambio, en los que cabían posts sobre el terremoto de China, la muerte de Benazir Bhutto, las Olimpiadas, los acontecimientos del Tíbet, las elecciones presidenciales norteamericanas o la crisis debida a la escasez de alimentos, la subida del petróleo o las hipotecas.

Pero ya que estamos, y como es de bien nacido el ser agradecido, voy a mencionar cuatro blogs que, entre otras virtudes, tienen la de mencionar este humilde blog:

  • Vajrayana – Corazón de Diamante tiene una extraordinaria colección de textos, algunos de ellos extraídos de la web de Nueva Acrópolis (de lo cual nos sentimos orgullosos). Además tiene unas extraordinarias fotos y vídeos. Creo que hace seis o siete años me escribí con su autor y me gustaría volver a contactar con él. Escríbeme, por favor.
  • El blog del bisabuelo Antolín es muy reciente y dentro de sus opiniones de quien ya ha visto pasar muchos años, muestra una filosofía muy particular. ** Ha desaparecido **
  • Catetochil es un estupendo amigo que hace una labor callada, continua y realmente admirable. Nuestro mundo necesita muchos «catetochiles» como tú, amigo.
  • El ave fénix y los hijos del fuego es el blog de otra vieja amiga, lleno de sensibilidad, poesía y bellas fotografías.

Hay más blogs que nos citan y de los cuales no puedo más que agradecerles:

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Músicos y poetas

Hoy vino a comer a casa una amiga, y cuando llegó, acababa yo de terminar de imprimir la partitura del concierto para piano número 3 de los de Beethoven. Y como ella estudió música en su día, y además le encanta, le puse el disco para que los dos la fuéramos siguiendo en la partitura. Debo confesar que nos perdimos enseguida.

Después de escuchar un rato, me dijo, pensativa:

–A los músicos yo creo que les pasa lo mismo que a los poetas. Que sufren… están tristes… Quiero decir, lo pasan mal en sus vidas. Todos tienen unas vidas atormentadas. Siempre los he visto propensos a la melancolía. Yo creo que para vivir más o menos feliz se necesita ser un poco más insensible a las cosas… Estar a esos niveles parece que te lleva al sufrimiento.

Yo me quedé un rato perplejo, quizá porque me sonaba que yo había tenido esa impresión en muchas ocasiones a lo largo de mi vida, y cuando escuché sus palabras, me puse a bucear en mi interior tratando de hallar impresiones, explicaciones, símbolos y… respuestas.

Seguramente el motivo es la sensibilidad. El que es sensible puede sufrir más, aunque también puede conocer más dicha. A mí me parece que es como la cuestión de la piel. Hay gente que la tiene más dura… más curtida, quizá por su trabajo… o por su forma de vida… Y también hay otras, por el contrario, que tienen la piel muy fina y delicada.

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La cultura, un camino a la unidad

Podemos entender la cultura como el mundo humanístico, intermedio entre lo espiritual y lo animal. Es una escala de ascenso hecha de lo mejor de nosotros mismos y puesta en común en un juego de relaciones…

…pero desintegramos y disociamos nuestro mundo en múltiples caras sin conexión olvidando que, si observáramos el mundo desde el alma, lo acomodaríamos a su finalidad, pues el alma unifica, da profundidad, dirección y luz.

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There’s a hero

La canción que traigo es una de las más famosas de Mariah Carey. Al escucharla, muchos pensarán que se trata de alguna canción de una película de Disney, o quizás de Shrek u otra de dibujos animados. Pero en realidad nunca apareció en ninguna, aunque fue compuesta con ese fin para la película “Héroe por accidente”, con Dustin Hoffman, Andy García y Geena Davis en 1992. Al final los productores optaron por incluir otra canción (“Heart of a Hero” de Luther Vandross), pero Carey guardó la canción para cantarla ella en 1993, convirtiéndose en un enorme éxito (¿y quién se acuerda de la otra canción?).

Como curiosidad, esta canción fue falsamente acusada de ser un plagio por un personaje que intentó hacerse rico y famoso gracias al trabajo de otros. Afortunadamente por el bien del sentido de la letra de esta canción, el “héroe” no nos defraudó.

Es una “canción filosófica”, en el sentido de que nos recuerda que todos tenemos dentro de nosotros un héroe, pues tenemos una fuerza interior que nos puede hacer salir de cualquier contratiempo. Esta es la letra:

There’s a hero

If you look inside your heart
You don’t have to be afraid
Of what you are
There’s an answer
If you reach into your soul
And the sorrow that you know
Will melt away

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