Tengo cuatro mil millones de años

Hablando de nada con mi hijo de cuatro años, ayer me dijo:

–Cuando yo nací, hace cuatro mil millones de años…

No pude escuchar nada más. Me puse a mirarle encantada, no sé qué gesto mostraría mi rostro, pero lo que sentía era eso de «has dado con la clave de la vida, me acabas de enamorar, chaval, serás espontaneo y… ¿a que te lleno de besos?».

Qué idea tan torpe tienen los críos de las cosas importantes, ¿no? ¿O es al revés? ¿Son los críos los que tienen claras las cosas importantes y los torpes somos nosotros? Es posible que hasta tenga más razón él sintiendo todos esos millones de años que lleva vivo… Está claro que su sentimiento es de que hace mucho que anda por aquí. Pero, en realidad, ¿qué es mucho y qué es poco? ¿Qué es el tiempo en sí mismo sino una medida que utilizamos para intentar manejar la realidad, alejándonos cada vez más de ella, ya que su verdad dice: soy eterna?

¿Qué es lo lógico: sentirse uno con todo, sentirse un desde siempre o sentirse finito? ¿Qué más sabio: creer que lo que somos y lo que sabemos tiene que ver con el tiempo que hace que salimos del lugar más calentito del mundo o es justo desde entonces desde cuando intentamos recordar?

Porque igual uno nace con todo aprendido y es aquí donde se confunde, en este mundo de matrix y dualidades que definen conceptos a los que no alcanzamos. Igual, mi hijo hace cuatro mil millones de años que nació, ¿por qué no?

¿Día Internacional del Blog?

Leía en ElPais.com que hoy se celebra(ba) el IV Día Internacional del Blog, en el que se propone que cada blog recomiende a otros cinco blogs para así propagar el conocimiento de otros escritores blogueros.

No soy muy partidario de estas celebraciones, de estos «días internacionales de nosequé» de los que todos los días hay tres o cuatro. Este día, que se celebra el 31 de agosto (según leí porque «31 ag» se parece gráficamente a «blog» (¡qué absurdo!), tiene un sitio web, aunque también podemos encontrar otro día internacional del blog que se celebra el 14 de junio y en el que se propone escribir sobre un tema común; este año fue sobre el cambio, en los que cabían posts sobre el terremoto de China, la muerte de Benazir Bhutto, las Olimpiadas, los acontecimientos del Tíbet, las elecciones presidenciales norteamericanas o la crisis debida a la escasez de alimentos, la subida del petróleo o las hipotecas.

Pero ya que estamos, y como es de bien nacido el ser agradecido, voy a mencionar cuatro blogs que, entre otras virtudes, tienen la de mencionar este humilde blog:

  • Vajrayana – Corazón de Diamante tiene una extraordinaria colección de textos, algunos de ellos extraídos de la web de Nueva Acrópolis (de lo cual nos sentimos orgullosos). Además tiene unas extraordinarias fotos y vídeos. Creo que hace seis o siete años me escribí con su autor y me gustaría volver a contactar con él. Escríbeme, por favor.
  • El blog del bisabuelo Antolín es muy reciente y dentro de sus opiniones de quien ya ha visto pasar muchos años, muestra una filosofía muy particular. ** Ha desaparecido **
  • Catetochil es un estupendo amigo que hace una labor callada, continua y realmente admirable. Nuestro mundo necesita muchos «catetochiles» como tú, amigo.
  • El ave fénix y los hijos del fuego es el blog de otra vieja amiga, lleno de sensibilidad, poesía y bellas fotografías.

Hay más blogs que nos citan y de los cuales no puedo más que agradecerles:

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Músicos y poetas

Hoy vino a comer a casa una amiga, y cuando llegó, acababa yo de terminar de imprimir la partitura del concierto para piano número 3 de los de Beethoven. Y como ella estudió música en su día, y además le encanta, le puse el disco para que los dos la fuéramos siguiendo en la partitura. Debo confesar que nos perdimos enseguida.

Después de escuchar un rato, me dijo, pensativa:

–A los músicos yo creo que les pasa lo mismo que a los poetas. Que sufren… están tristes… Quiero decir, lo pasan mal en sus vidas. Todos tienen unas vidas atormentadas. Siempre los he visto propensos a la melancolía. Yo creo que para vivir más o menos feliz se necesita ser un poco más insensible a las cosas… Estar a esos niveles parece que te lleva al sufrimiento.

Yo me quedé un rato perplejo, quizá porque me sonaba que yo había tenido esa impresión en muchas ocasiones a lo largo de mi vida, y cuando escuché sus palabras, me puse a bucear en mi interior tratando de hallar impresiones, explicaciones, símbolos y… respuestas.

Seguramente el motivo es la sensibilidad. El que es sensible puede sufrir más, aunque también puede conocer más dicha. A mí me parece que es como la cuestión de la piel. Hay gente que la tiene más dura… más curtida, quizá por su trabajo… o por su forma de vida… Y también hay otras, por el contrario, que tienen la piel muy fina y delicada.

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La cultura, un camino a la unidad

Podemos entender la cultura como el mundo humanístico, intermedio entre lo espiritual y lo animal. Es una escala de ascenso hecha de lo mejor de nosotros mismos y puesta en común en un juego de relaciones…

…pero desintegramos y disociamos nuestro mundo en múltiples caras sin conexión olvidando que, si observáramos el mundo desde el alma, lo acomodaríamos a su finalidad, pues el alma unifica, da profundidad, dirección y luz.

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There’s a hero

La canción que traigo es una de las más famosas de Mariah Carey. Al escucharla, muchos pensarán que se trata de alguna canción de una película de Disney, o quizás de Shrek u otra de dibujos animados. Pero en realidad nunca apareció en ninguna, aunque fue compuesta con ese fin para la película “Héroe por accidente”, con Dustin Hoffman, Andy García y Geena Davis en 1992. Al final los productores optaron por incluir otra canción (“Heart of a Hero” de Luther Vandross), pero Carey guardó la canción para cantarla ella en 1993, convirtiéndose en un enorme éxito (¿y quién se acuerda de la otra canción?).

Como curiosidad, esta canción fue falsamente acusada de ser un plagio por un personaje que intentó hacerse rico y famoso gracias al trabajo de otros. Afortunadamente por el bien del sentido de la letra de esta canción, el “héroe” no nos defraudó.

Es una “canción filosófica”, en el sentido de que nos recuerda que todos tenemos dentro de nosotros un héroe, pues tenemos una fuerza interior que nos puede hacer salir de cualquier contratiempo. Esta es la letra:

There’s a hero

If you look inside your heart
You don’t have to be afraid
Of what you are
There’s an answer
If you reach into your soul
And the sorrow that you know
Will melt away

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Bous al carrer

Vengo de un pleno del Ayuntamiento de mi ciudad, el cual está cogiendo cierta fama en los medios de comunicación porque quiere sacar a consulta popular la celebración o no de “Bous al carrer”, de las fiestas taurinas, vamos. La verdad es que es la primera vez que participo en un pleno donde se debaten los asuntos que afectarán a la convivencia en el municipio, y conviene estar enterado para no dejar que otros hagan gestiones con las que no comulgamos, como es el tema que nos ocupa.

Más allá de la inevitable politización que hacen del asunto los partidos mayoritarios, en este caso uno se dedicó a resaltar lo mal que lo hace el otro, dejando en un segundo plano las razones de su oposición a la fiesta taurina; y el otro se abstuvo de decir ni una sola palabra, sabedores de lo difícil que resulta defender la postura contraria, dejando el sí o el no en manos de una futura consulta popular al más puro estilo “me lavo las manos” de Poncio Pilatos. Más allá de estas posturas políticas se dejó oír una tercera voz en discordia, el pleno le dio tres minutos para que presentara su postura y ni uno más, y fue suficiente para que recibiera todas mis simpatías.

Entiendo, en cierto modo, a los defensores de la fiesta taurina, la fuerza de las tradiciones es grande, y reconozco también el arte de algunos toreros, pero estos también deben hacer un esfuerzo en comprender el meollo de la cuestión, pues no se trata de si tradición sí o no, ni de eliminar o no una fiesta en concreto, sino de promover valores donde las vejaciones y la violencia están presentes, o valores de empatía y dignidad para con otros seres vivos, sean gallinas, perros o vacas. Pues ya se sabe que de lo que se siembra se recoge. Y más o menos, aunque con otras palabras, es lo que expuso el portavoz de la junta de educación de todos los centros educativos de la ciudad, mensaje apoyado por unanimidad, salvo una abstención, por todos los miembros de ese consejo.

Ahora la pelota está en el tejado del Ayuntamiento; este puede instaurar la fiesta, que no se hace desde el año ochenta, sacar a consulta popular (y esperemos que limpia) el tema, o dejar las cosas como están, manteniendo a la ciudad como puntera y ejemplo de otra sensibilidad social más respetuosa con los animales. Veremos en qué acaba todo.

Trabajos

Me explicaba un día mi hermano mayor (me lleva diez años), que en la vida solo hay dos clases de trabajo, el trabajo en el que te lavas las manos antes de ir al baño y el trabajo en el que te lavas las manos al salir del baño. Me impresionó mucho. Y nunca se me olvidó.

Muchos, muchos años después, descubrí que también existen dos clases de seres humanos que se reparten mutuamente el trabajo: los que hacen la comida y los que se la comen, los que hacen el vino y los que se lo beben, los que hacen la cama y los que duermen en ella, los que cultivan los melones y los que disfrutan de su excelente sabor y alimento, los que escriben libros y los que los leen, los que hacen películas y los que se sientan a verlas, los que ensucian y los que limpian la suciedad, los que aman y los que quieren se amados, los que trabajan por el mundo y la humanidad y los que disfrutan de ello.

Por supuesto, todos estamos en ambos bandos, pero creo que existe una gran diferencia en el propósito vital en cada caso. Quizá alguien piense que lo mejor es estar en el bando de los que disfrutan del fruto del trabajo de los otros. Pero yo, aunque he tardado, he llegado a darme cuenta de que es mucho mejor estar en el caso de los que trabajan por conseguir buenas cosas, para ellos mismos y para los demás.

En el primer caso nos comportamos como parásitos, ya sabéis, como los odiosos mosquitos (aunque también son hijos de Dios), que se aprovechan de la sangre que generamos con nuestro alimento y nuestro trabajo, para tratar de no dar un golpe en su vida.

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Y qué le voy a hacer…

…si yo… nací romántica perdida, hasta para los muebles.

Bueno, bueno, todo empezó por un sofá viejo. En realidad no era tan viejo, tenía… unos ocho años. Era un buen sofá, encargado a medida y hecho a mano, tapizado en rojo aframbuesado; quedaba bonito. Tenía el respaldo un corte a la altura de los riñones para resultar más cómodo, cojines de pluma, brazos anatómicos… un buen sofá.

Lo encargamos a imagen y semejanza de los que más nos gustaron, llenos de ilusión, y resultó… el sofá más incómodo del mundo. No había quien lo transportara de lo que pesaba. Ese corte a la altura de los riñones hacía que la parte de arriba del respaldo, llena de pluma, se apelmazara contra la de abajo y se te echara encima, haciendo imposible apoyar bien la espalda, se hundía según te sentabas de lo blando que resultaba… En fin.

Un día, tras mucho pensarlo, tras ocho años pensando, compramos otro sofá. Este estaba de oferta, la tela que escogimos fue la más oscura y rebajada de precio para que el destroce que los niños provocaran en él no se notase demasiado. Resultó que, a pesar de la oferta, tenía los asientos desplazables hacia delante y los respaldos reclinables. Era comodísimo hasta más no poder. La pena que nos dio quitarnos el otro de encima… y el trabajo, se nos fueron en unos días. ¡Qué frivolidad!

Pues fue así que mi sofá me enseñó algo, no sé si bueno o malo, y es que en ocasiones estás demasiado tiempo soportando lo que no te gusta, lo que no es cómodo, lo que no es agradable, y cuando te decides a cambiarlo, las cosas pueden resultar mucho más fáciles y placenteras, sin pensarlo. Se termina ese extraño esfuerzo del día a día por encontrar tu sitio en unsofá que no está hecho para ti, aunque pusiste toda tu ilusión al encargarlo.

Y te das cuenta de que las cosas pueden ser simplemente fáciles, pero tienes que decidirte a cambiar.

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Escalas

La razón transita por los senderos del llano.
La razón describe.
El corazón concibe.
La fuerza del río se forja en las alturas
y se desparrama en la llanura.
El fuego se inicia con la chispa
y se extiende a los leños.
La razón da forma a las ideas.
El corazón les da su fuerza.
La razón da forma a las alas.
El corazón le da fuerzas para volar.

La duda lleva a la certeza.
La certeza lleva a la convicción.
La convicción lleva al entusiasmo.
El entusiasmo lleva al corazón.
Y el corazón lleva a la sabiduría.
La sabiduría lleva a lo divino.
Lo divino nos lleva a nosotros.
Y nosotros llevamos al universo.