Sólo quería…

Sólo quería recordar cosas que he ido aprendiendo con el tiempo.

Quería recordar que la vida es cíclica. La Vida Una y la vida cotidiana, lo que aprendemos no suele ser de una sola vez, sino a pequeñas gotas, en graduales golpes de luz.

Por eso, cuando un día consigas algo que nunca habías logrado, algún modo de ver la vida, algún paso en el libro de la sabiduría, no te apenes porque fue solo ese día, y a los siguientes pareces de nuevo embarrado en lo mundano. Mejor, recuerda que lo que ha ocurrido es que has conocido un nuevo camino por el que acabas de dar tan solo el primer paso. Pero los siguientes vendrán detrás, uno tras otro.

A vivir no se aprende de un golpe, ni a conducir, ni a hablar francés, todo requiere una lección tras otra hasta alcanzar cierto nivel de comodidad en la materia.

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Elixir de eterna juventud

«El hombre no envejece cuando se le arrugan las células epiteliales, sino cuando se le arrugan los sueños y las esperanzas», decía el profesor Livraga.

Los viejos Maestros siempre nos enseñaron que la vida se modifica y transforma desde la actitud de nuestra mente, y que desde el estado de conciencia adecuado podemos obrar verdaderos prodigios en nosotros mismos.

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El baúl de Newton

El baúl de Newton

El baúl de NewtonEn 1684 tres miembros de la Royal Society, el astrónomo Edmund Halley, Christopher Wren, arquitecto de la catedral de de Londres, y el físico Robert Hooke, mantenían en Londres una animada discusión que acabó en una apuesta: ¿qué tipo de trayectoria describen los planetas alrededor del Sol? Wren ofreció 40 chelines a quien aportara la solución.

De los tres, Halley fue el que más se empeñó en encontrar una solución, hasta el punto de viajar a Cambridge para trasladar la pregunta a Newton, el excéntrico profesor de matemáticas. Allí pudo preguntarle directamente: ¿qué tipo de trayectoria describen los planetas alrededor del Sol? Sobre esta entrevista no sabríamos nada si no llega a ser por Abraham de Moivre, gran matemático y amigo de Newton, que dejó escrito lo siguiente sobre este encuentro:

Newton contestó inmediatamente que era una elipse. El doctor, lleno de alegría y asombro, preguntó cómo lo sabia. “Porque lo he calculado”, contestó. Entonces el doctor le pidió que le mostrase los cálculos. Newton buceó en su baúl, entre sus papeles, pero no lo encontró.

Ese baúl lo heredó su encantadora sobrina Catherine Conduitt y a través de la descendencia, el baúl terminó en manos del vizconde de Lymington. Casi nadie había visto nunca los documentos que contenía el baúl, y una leyenda cuenta que una vez un obispo, picado por la curiosidad, examinó el contenido del baúl y lo cerró inmediatamente horrorizado. Durante mucho tiempo el contenido del baúl siguió siendo un misterio y su contenido calificado como no apto para la difusión.

El vizconde de Lymington, acuciado por algunos problemas financieros, un divorcio y algunos problemas de impuestos, decide poner a la venta el conjunto de documentos de Newton que su familia poseía desde hacía más de doscientos años.

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