«El hombre no envejece cuando se le arrugan las células epiteliales, sino cuando se le arrugan los sueños y las esperanzas», decía el profesor Livraga.
Los viejos Maestros siempre nos enseñaron que la vida se modifica y transforma desde la actitud de nuestra mente, y que desde el estado de conciencia adecuado podemos obrar verdaderos prodigios en nosotros mismos.
Excelente!