Los jardines no se hacen diciendo: «¡qué bonito!» y sentándose a la sombra (Rudyard Kipling).
No es ninguna orden, es una verdad como un templo.
No, no te puedes bañar dos veces en el mismo río. La corriente no se detiene, y su movimiento hace que el agua que contemplabas ayer, hoy ya esté lejos, río abajo. El río de hoy parece el mismo pero no es igual. Es cambiante y ha cambiado.
El río, la vida, discurre por el mismo cauce, pero esconde pequeños secretos en su caudal. Aprovechar el río de hoy es dar un paso para enfrentar la aventura de vivir en su verdadero sentido, priorizando lo profundo sobre lo superficial. Y nuestra vida, siempre la misma y siempre distinta, nos ofrece cada día la posibilidad de aprender algo sobre nosotros mismos y, como consecuencia, sobre cómo funciona el existir.
Terminaba el aseo diario cuando me apercibí de una extraña vibración en el lavabo. Me detuve, lo toqué y comprendí que la vibración procedía de otro lugar, Y busqué y busqué hasta darme cuenta de que era el vaso de los cepillos de dientes el que vibraba. Pero no, ¡no era el vaso! Lo que se movía era mi cepillo de dientes eléctrico, que seguía funcionando dentro del vaso.
Después de reírme un poco de mí misma y de mi búsqueda del origen de la vibración, otra búsqueda se abrió paso en mi mente con las mismas palabras: el origen de la vibración, recordando así algunas doctrinas orientales muy antiguas que expresan sus teorías sobre el comienzo de la creación en un punto, un punto que cuando comienza a vibrar es el origen de todo lo creado.
Y volví a mi cepillo: el lavabo vibró porque la vibración del cepillo se transmitió al vaso y de este al lavabo…, pero había sido activado previamente —por mí—, es decir, que antes de la vibración alguien lo puso en marcha. Es más, antes de esto alguien lo había ideado, lo había creado, dado una función y una forma determinada.
La tarde otoñal cae, se insinúa el invierno. Tú y yo compartimos un café calentito mientras charlamos. Nos conocemos hace mucho, así que dejamos que las palabras vuelen y que sus alas nos trasladan a lugares imaginarios, a situaciones imposibles, a recuerdos queridos. Y de este modo alcanzamos territorios donde todo es posible, en los que residen ideas maravillosas.
—¿Qué te parece si hacemos un ejercicio de imaginación y traemos a nuestras charlas a alguien de nuestros sueños, alguien interesante? —digo interrumpiendo el repentino silencio.
—¿Interesante?, ¿cómo de interesante? ¿Acaso yo no te parezco bastante interesante? —dices sonriendo.