Cuando les dije a mis amigos que iba a participar en un blog y cuál sería la temática… todos respiraron aliviados. «¡Así ya no te meterás tanto con nosotros!», me dijeron entre risas. Eso me hizo reflexionar sobre mí mismo. Creo que me conozco un poco y, sin embargo, no me había dado cuenta de la inquietud que provocan mis comentarios. Tendré más cuidado con lo que digo, la cortesía ante todo.
Pero… ¿de dónde nace esta actitud crítica? ¿Es prepotencia, vanidad, envidia quizás? No, no lo creo, más bien nace de un arraigado inconformismo con lo que veo, de un sentido inconsciente (a veces consciente) de justicia, de una necesidad por rodearme de cosas e ideas armónicas, coherentes y también bellas, y en esa lucha meto el dedo y la nariz por todas partes, digo lo que pienso tratando de aportar algo constructivo, compartiendo la visión que el estudio de la filosofía y mi propia elaboración personal ha ido forjando de la vida y que no dudo en defender ante aquello que presiento equivocado.
Muchas veces, muchísimas veces, esta lucha me ha llevado a comprender cosas nuevas, a hacer nuevos amigos, a vivir intensamente, a incorporar en mi interior enseñazas inesperadas, y es que la filosofía es algo vivo; más que una colección de conocimientos es una actitud inconformista ante la vida y por lo tanto es ir contracorriente… Os haré una confesión, esa idea la he tomado prestada de mi admirado Unamuno.
Doy por inaugurado mi blog, bienvenido a él, veremos, veremos hasta dónde nos lleva.