Este es otro de los malditos de la historia de la filosofía. Aunque de él apenas se conservan unos escasos fragmentos, de tipo aforístico, es uno de los filósofos-guía de la historia del pensamiento en Occidente. Heráclito no tenía “fama de diplomático” y fueron objeto de algunas de sus críticas los archifamosos Homero y Hesíodo por corruptores de la religión.
Aunque su filosofía no es tan distinta de la que propugnó Parménides, y tras él Platón, los comentadores los han hecho aparecer como contrapuestos. Esto se debe a que si bien para Parménides el ser siempre es, para Heráclito todo fluye (panta rhei). Otro de sus aforismos, que habitualmente formulamos como que no nos podemos bañar dos veces en el mismo río dice en realidad: “en los mismos ríos nos bañamos y no nos bañamos en los mismos; y parecidamente somos”. No es de extrañar que para Aristóteles, en quien se basó toda la ciencia desde la Edad Media hasta nuestra época, la filosofía de Heráclito era absurda, pues “nadie puede creer que una misma cosa es y no es al mismo tiempo”.
Pero en nuestra época, muchos, hasta los físicos, han acabado dándole la razón. Si el “todo fluye” coincide con las ideas de las filosofías orientales, la indeterminación de la materia y la física probabilística coinciden con Heisenberg y los “quantos” de Planck.
Por mi parte, es ahora cuando empiezo a entenderlo…