Filosofía en movimiento

Hace ya varios días leí los premios que dio la revista 20 minutos a los mejores blogs en distintas categorías. Me entretuve leyendo la mayoría de ellos y debo confesar que me entró algo de envidia porque eran blogs en los que te podías pasar toda una tarde leyendo y leyendo y aún te quedaban ganas de más. Me gustaría que nuestro blog fuera también así de atractivo, pero claro, esto no lo puedo decir al ser uno de los implicados, y también porque al haberlo leído tantas veces ha perdido para mí la frescura de leerlo la primera vez.

Si traigo esta noticia aquí es porque me llamó la atención que el mejor blog de todos es el de un taxista madrileño en sus ratos de espera en la T4, filosofando acerca del pulso de una ciudad vista desde el asiento de un taxi. Me encantaría poder encontrarme a este filósofo del taxi en alguna de mis visitas a Madrid. Pero me temo que no estaré a la altura de sus personajes, de los que dicen:

Todas esas luces proyectadas sobre la fachada de Correos, ¿iluminan, o desmienten?

O los que mantienen conversaciones tan fulminantes como:

–Siga recto, por favor.
Al final de la calle…
–La calle se acaba, caballero.
–Pues ahora… a la derecha.
–Imposible. La flecha nos obliga a girar a la izquierda.
–Pues a la izquierda, es lo mismo.
Tras girar, nos detenemos en un semáforo y le pregunto:
–¿Sabe dónde vamos?
–No. A cualquier parte; es lo mismo. Acabo de romper con mi novia, y ahora soy libre; puedo ir donde quiera. Necesitaba coger un taxi para demostrarme esa libertad que ella nunca me dio. Eso es todo. Ahora a la izquierda, por favor.
–¿Y cuánto tiempo estaremos dando vueltas?
–No sé… un CD. Eso es. Lléveme a Callao, a la FNAC. Voy a comprarme ese CD de Pearl Jam. Se lo quedó ella, ¿sabe?

Un verdadero filósofo cotidiano, el taxista y sus pasajeros:

Entró en mi taxi con una sonrisa radiante.
–¿Me lleva a Puerta de Toledo?
–Claro.
La mujer continuó sonriendo.
–¿De qué se ríe? –pregunté (no pude evitarlo).
–De nada, no sé… supongo que soy feliz.
–¿Alguna buena noticia?
–No, ninguna. Soy feliz; eso es todo.

Pasajeros que cuentan anécdotas que dejan sin aliento:

–Ayer me robaron el móvil mientras comía en una hamburguesería. Lo tenía encima de la mesa, y ya ves… se lo llevó un tipo con tanta velocidad que no pude reaccionar a tiempo. Son cosas que pasan, supongo. Lo chungo viene ahora; cuando llego a casa me encuentro sobre la cama una nota de mi novio; que me deja, que acaba de tomar un avión a Barcelona y que no quiere saber nada de mí. No entendía nada, así que le llamo y me explica que esa tarde me había llamado al móvil y lo había cogido un hombre. Antes de poder explicarle que me lo habían robado, me cuenta que ese hombre le dijo que en realidad yo estaba enamorada de él y que esperaba un hijo suyo. El ***azo que me robó el móvil se montó una bromita que me ha salido demasiado cara. Ni estoy embarazada ni enamorada de otro que no sea mi novio. Y ahora me ha abandonado, y no me deja explicarle nada…

Después de leer a este filósofo del taxi creo que los blogs gozan de muy buena salud. Y la filosofía, ni digamos.

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