Esta fue la pregunta con la que terminé uno de mis posts, y la verdad es que no contestaron muchas personas. Pero, yo por mi cuenta, he hecho esta misma pregunta a cuantos amigos y conocidos he tenido a mano. Casi todos han contestado que no, que no vivimos en el mejor de los mundos posibles. Esta respuesta no me extraña, y entiendo que la mayoría de las personas no estén de acuerdo con la afirmación del filósofo Gottfried Leibniz de que “vivimos en el mejor de los mundos posibles”. Tienen un buen argumento a su favor: ¿cómo justificar la presencia del mal, de las dificultades, de los problemas, del dolor?
Un vaso que se cae, un accidente de coche, la sequía que arruina una cosecha, una enfermedad inesperada, despidos masivos, lluvias torrenciales, sequías interminables, empresas en ruina, terremotos, tsunamis, guerras, etc. Las dificultades y el dolor nos rodean, están en todas partes.
La respuesta a la pregunta ¿cómo justificar el mal y las dificultades? la podéis encontrar en la portada del libro de Darwin: “El origen de las especies mediante la selección natural o la conservación de las razas favorecidas en la lucha por la vida” LUCHA POR LA VIDA. Sin lucha, sin dificultades, no habría evolución.
El dolor se ha mostrado como la mejor ventaja competitiva que tenemos. Es un aviso de que algo va mal y tenemos que corregirlo; el dolor ayuda a reorientar nuestros movimientos y a esta continua reorientación, cambios y adaptación es a lo que llamamos evolución.
A mí, como a la mayoría de las personas, me hubiese gustado que en vez de por la «lucha por la vida» la evolución fuese por “la persuasión de la vida”, pero todos sabemos, por experiencia propia, que con la persuasión sólo, los resultados son lentos y pobres. El dolor nos hace conscientes de los peligros y nos ayuda a evitarlos: un calambrazo tocando un enchufe, un corte pelando patatas, un café derramado en la mesa, el pan con mantequilla sobre nuestro pantalones nuevos, un examen que no se prepara con tiempo suficiente, una quemadura por tocar una plancha caliente, etc.
Bajo esta perspectiva la famosa frase “Avanzar a pesar de las dificultades” toma un nuevo sentido, más completo y más profundo; no avanzamos a pesar de las dificultades sino gracias a ellas.