Todo es según el color del cristal con que se mir.
El mundo es luminoso, y si no lo vemos luminoso no es que no lo sea, sino que nuestra visión está empañada. Por eso solemos decir: Este lo ve todo negro, o Este otro lo ve todo color de rosa.
Sabemos que hay gente que ve el mundo gris, pero también hay gente que lo ve de colores vivos, de colores brillantes, hermoso y radiante. Este es el caso de los genios.
Y lo que se ve es lo que se vive, y lo que ve es lo que se expresa, y lo que se transmite, y lo que se enseña. Probablemente, el mundo exterior es solo un reflejo de nuestro mundo interior.
El mundo, como decía al principio, es luminoso, y solo cambia de aspecto debido a lo que proyectamos sobre él. De esta manera, el hombre feliz hace al mundo feliz, el hombre desgraciado hace al mundo desgraciado, el hombre generoso hace al mundo generoso, el hombre egoísta hace al mundo egoísta.
Somos como pintores, buenos o malos pintores. Pintores de colores alegres y vivaces, o pintores de colores grises y figuras absurdas. Así, cada uno, pincelada a pincelada, dibuja y pinta el cuadro de su mundo. Y ese mundo es el mundo en el que vive.
Por eso no debemos olvidar la vieja recomendación: Esfuérzate en ser feliz, porque solo un hombre feliz construye un mundo feliz. Más que un deseo o un anhelo, el ser feliz debería ser nuestro deber para con nosotros mismos y para con los demás seres humanos que nos acompañan en este apasionante viaje.