El joven Marco vivía en una ciudad que, como su corazón, no tenia límites.
Roma despertaba con un sol radiante, el aire era cálido, transparente y alegre. Parecía como si la naturaleza se burlara de su tristeza. Definitivamente, pensó, el arte de la vida se parece más a la lucha que a la danza. Tras salir de sus aposentos, se dirigió a rendir su último adiós a la persona que hasta ese momento fue su preceptor y amigo.
Cuando llego a la cámara y vio el cuerpo ya sin vida de Rústico, no pudo por más tiempo contener sus lágrimas, y algunos cortesanos, preocupados por el protocolo del momento, censuraron su comportamiento, cuando el propio Antonino, su padre adoptivo, les replicó: dejadle ser humano, que ni la filosofía ni el trono son fronteras para el afecto. A partir de ese momento, la vida de Marco Aurelio, tan obstinado en decir y defender la verdad que el propio emperador Adriano bromeaba llamándolo Verissimus, no sería fácil.
Los correos imperiales podían recorrer cien kilómetros al día, pero las malas noticias viajan mucho más rápidamente. Y eso fue lo que ocurrió en la primavera de 166 d. C., malas noticias llegaron a Roma antes que el correo imperial. Los bárbaros habían asaltado el limes danubiano, y el ya emperador Marco Aurelio no tenía mucho tiempo, y lo que aún es peor, tampoco dispone de mucho dinero. El erario público estaba casi vacío. Marco Aurelio se ve obligado a vender todos sus objetos de lujo y los tesoros del palacio en pública subasta para hacer frente a los gasto militares. Inmediatamente parte hacia el norte al frente de sus legiones. De pronto, el filósofo por naturaleza se convierte, por obligación del destino, en un militar activo.
Marco Aurelio va bordeando el río, avanza sobre una tierra helada y hostil, entre brumas y frío y con una salud precaria, en busca de unos enemigos que aparecen y desaparecen, siempre dejando sobre la tierra la sangre de sus mejores hombres. En esta situación tan dolorosa y desesperada se acuerda con cariño de la última consigna que Antonino dio a la guardia antes de morir: Aequanimitas, una sugerencia que su sucesor, él, Marco Aurelio, nunca olvidará. Entre batalla y batalla, encuentra breves momentos de tranquilidad que los dedica a reflexionar, y escribe:
«¿Qué es, entonces, lo que debe impulsar nuestro afán? Tan solo eso: un pensamiento justo, unas actividades consagradas al bien común, un lenguaje incapaz de engañar… «.
El periodo que va desde que Marco Aurelio escribía estas notas hasta el momento en que los bárbaros saquean Roma es lo que los historiadores denominan la decadencia y caída del Imperio romano. Y creo que este es el hecho más conocido que tenemos del Imperio romano, que cayó, y ya no existe.
La decadencia y caída del Imperio romano es una de las cuestiones más debatidas y estudiadas de la Historia. Y hay consenso en considerarla como «el mayor enigma de todos». En cuanto a las causas, hay distintas opiniones, aunque en la actualidad los historiadores manejan dos posibilidades principales: las causas internas y/o las causas externas. Parece que la mayoría de los historiadores se inclina por las causas externas, o sea, que el Imperio cedió bajo la presión de los bárbaros nómadas del norte. Pero si eso fue así, ¿qué diferencia había entre las legiones que conseguían victoria tras victoria bajo el mando de Marco Aurelio y las últimas, que iban de derrota en derrota, cediendo territorios hasta culminar con el saqueo de Roma? Personalmente creo que no hubo dos causas diferentes, externas/internas, sino que hubo una sola causa. Los últimos romanos dejaron de estudiar el comportamiento de pingüinos y gansos y esa fue su ruina.
Pingüinos
El Pingüino Emperador (Aptenodytes forsteri) vive en la Antártida y, para llegar a los lugares donde cría, tiene que caminar, con sus pequeñas patas, hasta 90 kilómetros de superficie helada, barrida por fuertes vientos y con muchas y profundas grietas, hacia el interior del continente. Los huevos son incubados entre las patas de los padres, mientras que las madres, después de ponerlos, retornan al mar de inmediato.
La incubación tarda de 62 a 64 días, y durante este tiempo los padres no comen nada y llegan a perder hasta el 40% de su peso. Además, deben luchar contra la oscuridad, el viento y temperaturas que llegan a menos de -40ºC. Para sobrevivir en estas extremas condiciones, estos pingüinos forman compactas agrupaciones en forma de espiral en constante movimiento, en las que los que están fuera van moviéndose hacia el centro, donde se conserva mejor el calor, y los del centro hacia afuera, creando una barrera contra el viento y el frío. Gracias a este sistema de relevo consiguen una temperatura de unos 20 ºC en el interior de la espiral, cuando fuera la temperatura es de 40 ºC bajo cero; o sea, consiguen una diferencia de temperatura entre el interior y el exterior de 60 ºC. Ya quisiera yo que el aislamiento de mi casa funcionara tan bien.
Gansos
La ornitología ha descubierto que los gansos vuelan en formación de V porque es más aerodinámica, y porque cada pájaro bate sus alas produciendo un movimiento en el aire que ayuda en su vuelo al ganso que va detrás de él. Volando en V, la bandada completa aumenta por lo menos un 71% más su poder de vuelo.
Los gansos, al igual que los pingüinos, también conocen las ventajas del trabajo en equipo, la solidaridad y la camaradería. Cuando el ganso que va en cabeza se cansa, se pasa a uno de los puestos de atrás y otro ganso toma su lugar. También se ha descubierto que los graznidos de los gansos que van detrás no son meros ruidos sin sentido, sino que tienen la finalidad de estimular a los que van delante, animándolos a mantener el esfuerzo y la velocidad. Pero la colaboración de unos con otros no se queda solo en esto. Cuando una gansa o un ganso enferma o queda herido, dos de sus compañeros se salen de la formación y lo siguen para ayudarlo y protegerlo. Se quedan con él hasta que esté nuevamente en condiciones de volar o hasta que muera. Sólo entonces los dos compañeros vuelven a la bandada o se unen a otro grupo. Todo esto ayuda a que las largas migraciones sean más rápidas, cómodas y seguras.
Los continuos ataques de los bárbaros mantienen a Marco Aurelio largo tiempo cerca de la frontera norte, y su salud empeora rápidamente. Su abuelo, su padre, Antonino, su madre, su esposa y la mitad de sus hijos han muerto y la batalla continúa. Se da ánimo y consejos a sí mismo, como: «compórtate como un romano».
Durante las noches, Marco Aurelio encuentra tiempo para acordarse de sus queridos amigos: «Agradezco a Trasea, Helvidio, Cantón, Dión y Bruto el haber concebido la ideas de una constitución basada en la igualdad ante la ley, regida por la equidad y la libertad de expresión igual para todos….
Antes de morir en Vindobona (Viena) en 17 de marzo de 180, Marco Aurelio todavía tuvo tiempo de escribir: “Lucha por conservarte tal cual la filosofía ha querido hacerte. Respeta a los dioses, ayuda a salvar a los hombres. Breve es la vida. No tengas miedo y piensa que aunque debieras vivir tres mil años y otras tantas veces diez mil, no obstante recuerda que nadie pierde otra vida que la que vive, ni vive otra que la que pierde”.
Los pingüinos y gansos saben que para mantener la especie y superar las dificultades como el frío, la oscuridad, las grandes distancias, el hambre, la soledad, el desánimo, hace falta ser generosos, atentos con los compañeros de viaje, tener confianza y valor, sentido de comunidad, en definitiva: hace falta trabajar en equipo.
Y estas son las razones y las diferencias que yo veo entre los primeros romanos que expandían el imperio y los últimos, que retrocedían ante los bárbaros. Los últimos olvidaron todos estos valores y cayeron. Hoy, del antiguo Imperio solo quedan unas cuantas ruinas. Los pingüinos y gansos aprendieron bien todos estos valores, y no lo olvidan, sino que lo aplican, triunfan y viven.
Ahora el quid de la cuestión para nuestra sociedad es:
¿lo hemos olvidado nosotros?