Hace poco pusieron por la tele un documental sobre Bután. La verdad es que sabía que era un país asiático, pero si me llegan a preguntar dónde está, no lo hubiera podido responder.
El caso es que ahora sé que está a los pies del Himalaya, entre el Tíbet y la India, en medio de las montañas y la selva, y que tiene menos habitantes que Alicante, por ejemplo (distribuidos más espaciosamente, eso sí).
Lo que me llamó la atención no fue la geografía ni el paisaje (una maravilla, por cierto), sino cómo medían ellos el progreso de su país, que fomentaban desde el Gobierno.
En vez del PIB (Producto Interior Bruto), que es el indicador que nos enseñan a nosotros ya en el colegio desde hace décadas como medidor del grado de desarrollo de un país (o sea, qué grado de bienestar material hemos alcanzado), ellos hablan de la FIB (Felicidad Interior Bruta), que consideran la verdadera fuente de riqueza del mundo. Y, ¡caramba!, me gustó el cambio de medidor.
Contaban que la Felicidad Interior Bruta (que no es un concepto nuevo aunque yo me haya enterado ahora, pues lo lanzaron en los años 70) se fundamenta en cuatro pilares:
a) La buena gestión de los asuntos públicos.
- Buena gestión… asuntos públicos… Esto se parece a lo que decía Confucio…
b) Desarrollo económico equilibrado.
- Equilibrio, economía… los comerciantes… los que no lo son… cómo equilibrar las funciones de la ciudad… Esto se parece a lo que decía Platón…
c) Conservación del medio ambiente.
- Medio ambiente… amor por la Naturaleza… respetar todas las formas de vida… Esto se parece a lo que decían los budistas (bueno, claro, es que ellos son budistas).
d) Preservación y fomento de la cultura.
- El arte de los artistas… el conocimiento de los médicos… el valor de los escritos… Esto me recuerda a los egipcios en su época buena.
Mentalmente, me fui a mi oficina de todas las mañanas: estrés, descontento, críticas al compañero, al jefe, a la mujer del jefe, a lo que cobra este, a lo que ganan los demás, que si qué asco que es lunes, que si vaya fastidio que llueve… (Eso sí, lo último en tecnología digital en casa).
No sé…. Me parece que me quedo con lo de la Felicidad Interior Bruta. ¿Será por eso que me gusta la filosofía y la forma práctica de vivirla todos los días?
Hola, Melinda, bienvenida a este blog de aprendices de filósofos.
Me ha parecido muy interesante el concepto de «Felicidad Interior Bruta» y sin ser algo quimérico ni meramente espiritual, creo que sí puede ser una estupenda forma de medir el grado desarrollo de un país. Quizás faltaría una forma de medirlo con números, de traducir a cifras en qué consiste la buena gestión pública, el desarrollo económico equilibrado, la conservación del medio ambiente y el fomento de la cultura. Ya sabes que soy un enamorado de las matemáticas, pero sobre todo de las que explican con números las características más importantes de la vida. Es decir, que traducen en cantidades lo que para la mayoría sólo puede entenderse como calidad.
Por cierto, lo que más me ha gustado es cómo has traducido los cuatro pilares de la Felicidad en el seguimiento de enseñanzas de Confucio, Platón, Budismo y Antiguo Egipto. ¡Muy interesante!
El problema con la felicidad -por cierto muy bien bienvenida Melinda- es que cada persona tenemos un concepto distinto de ella. Algunos son felices en medio de una tormenta, otros subiendo montañas, algunos son felices en sus casas: leyendo un libro o viendo la televisión. Así que el problema es como medimos eso que llamamos felicidad. ¿Qué es la felicidad? ¿Alguien los sabe?
Hola, me gustaría dejar mi aportación para conseguir la felicidad.
Se trata de seguir una guía práctica sencilla de aplicar con la que se consiguen grandes resultados.
http://www.elcaminoalafelicidad.com
Deseo que les guste.