Una buena parte de la actividad de nuestra Asociación se dedica a cumplir la indicación socrática de que hay que animar al ejercicio de la filosofía, recomendando en todo momento su práctica. Tal indicación fue seguida con diligencia a lo largo de los siglos, como bien nos enseña Pierre Hadot en su muy recomendable obra titulada “Ejercicios espirituales y filosofía antigua”, que ha editado recientemente en España Siruela.
Lejos del quehacer teorético y abstracto que solemos asignarle, los “inventores” de la filosofía nos legaron una disciplina con notables efectos positivos, a la hora de encarar los desafíos que nos plantea la vida cotidiana. De ahí su esfuerzo en transmitir los conceptos esenciales para dar sentido a nuestra existencia y la invitación constante hacia su práctica.
A pesar de la pérdida de tantos textos clásicos, podemos leer muy bellas exhortaciones o alabanzas de la filosofía, que ponen de manifiesto la conveniencia de su ejercicio. Muchas fueron recogidas con devoción por los neoplatónicos del Renacimiento. Como estas palabras que debemos a Marsilio Ficino: “Sobre todas las cosas, la filosofía arranca de la miseria a los mortales, y les concede felicidad».
Pues ella discrimina lo bueno de lo malo y nos muestra cómo evitar el mal para que no nos hiera, o cómo sobrellevarlo con fortaleza de modo que nos hiera menos. Además nos enseña cómo hallar más fácilmente la bondad, y cómo usar rectamente los dones que nos ha concedido la naturaleza o la fortuna o que hemos adquirido por medio del trabajo, para que puedan ser beneficiosos”.
Busquemos por nosotros mismos tales beneficios en la filosofía, que siempre están orientados a dotarnos de mayor libertad interior y mayor lucidez para encarar los desafíos de la existencia.