Solomon Asch (1907-1996) fue un psicólogo estadounidense que trabajó en el campo de la psicología social. Asch se hizo famoso gracias a una serie de experimentos, realizados alrededor de 1950, y que ahora son conocidos como “Los experimentos de conformidad de Asch”. El conformismo puede definirse como «un cambio de conducta u opinión de una persona, resultado de una presión real o imaginada por parte de una o varias personas».
Los experimentos de conformidad de Asch nacieron con un objetivo muy simple: estudiar las condiciones, los motivos y la resistencia de los individuos a las presiones del medio cuando estas son, ciertamente, contrarias a sus propias convicciones e, incluso, contrarias a la realidad de lo que ven.
El experimento es muy sencillo y fácil de realizar. Se reúne a un grupo de personas, normalmente jóvenes estudiantes, en el cual, todos los participantes excepto uno son cómplices del experimentador. Se les dice que van a ser sometidos a una “prueba de visión”. Pero en realidad, el experimento consiste en ver cómo el estudiante restante (el único que no es cómplice) reacciona frente al comportamiento del grupo. Se reúnen y se procede a enseñar una serie de tarjetas con varias rayas de diferentes tamaños: unas más largas que otras. Y se les pregunta cosas como: ¿cuál de la rayas es la más larga?
Al principio todos están de acuerdo y responden la verdad de lo que ven. Pero los cómplices, habrán sido preparados para dar respuestas unánimes e incorrectas en los tests. Los resultados muestran que, en estas circunstancias, un 37% de las personas se conforma con el punto de vista mayoritario. Incluso en los casos en los que las respuestas son contrarias a la realidad. O sea, una de cada tres personas se conforman con la opinión de la mayoría incluso sabiendo, sin dudas, que es un opinión equivocada. Por eso también, este comportamiento se ha llamado “conformismo irracional” o “no lógico”.
Algunos economistas y sociólogos están investigando, digámoslo así, el posible efecto “Asch” en la economía: los mercados de valores, fugas de capitales, venta de inmuebles… O directamente, utilizar el efecto “Asch” para convertir en realidad lo que no es más que un deseo o una endeble hipótesis.
Estos parecen ser, en algunos casos, las suposiciones, deseos e hipótesis del economista Paul Krugman. El señor Krugman se licenció en Economía en la Universidad de Yale en 1974. Trabaja en la famosa Universidad de Princeton, y desde 1999, es columnista y bloguero del periódico New York Times. Gracias a sus trabajos de investigación, en 2008 se le concedió el Premio Nobel de Economía. Según Washington Monthly, Krugman es el más importante columnista político en Estados Unidos… Desde esa privilegiada posición, Krugman hizo varias predicciones. Entre las más polémicas: la salida de Grecia del euro y la de un “corralito” para los depósitos en los bancos españoles.
Teniendo en cuenta los últimos experimentos en el campo de la psicología social, que muestran que el cambio de conducta u opinión de las personas (conformismo no lógico) es más fácil cuando los grupos o personas influyentes son “expertos”, los economistas empiezan a preguntarse: ¿cuánto de realidad y cuánto de efecto “Asch” hay en el comportamiento de los mercados y de las personas? Y en concreto, en el caso del profesor Krugman, muchos se preguntan: ¿cuánto hay de ciencia económica en sus previsiones y cuánto hay de efecto “Asch”? Todo esto es muy interesante, porque podríamos estar ante un “experimento de conformidad de Asch” a escala planetaria.
Muy interesante tu análisis, Rafa. Estoy pensando si hemos perdido el inconformismo de hace 40 años, unos porque ya se les ha pasado la edad y otros, los más jóvenes, porque creen que nada van a poder cambiar ellos solos.
Tenemos que darnos cuenta de que el cambio de la sociedad empieza por uno mismo. Y por no aceptar la opinión mayoritaria sin ponerla bajo el juicio de la razón.