Hace poco me encontré en Facebook con una historia increíble. La de Shavarsh Karapetyan. Tanto me sorprendió que, sinceramente, creí que no podía ser cierta, que era uno de tantos fakes que circulan por ahí, con el único objeto de tocarte la fibra sensible y hacer que compartas o reenvíes. Pero picó mi curiosidad y quise saber más de este hombre (bueno, confieso que primero quería comprobar que la historia era cierta). Posiblemente llevará años circulando por la red y más de uno la conozca ya. A mí me ha llegado el asombro ahora. Para los que no le conocen, aquí va una breve reseña.
Shavarsh Karapetyan es un armenio nacido en 1953.
Con 23 años ya había sido campeón mundial de natación 17 veces, batido 11 récords mundiales, se había proclamado campeón de Europa 13 veces y 7 veces campeón de la antigua URSS. Incluso fue nombrado Maestro de Honor de Deportes en la Unión Soviética.
Con 23 años su carrera como nadador se acabó para siempre porque…
…con 23 años, se jugó la vida para salvar a una treintena de personas, y las consecuencias de aquello le dejaron incapacitado para volver a competir.
Cuando tenía 23 años, mientras entrenaba con su hermano corriendo alrededor del lago Yereban, en Armenia, un trolebús perdió el control cuando su conductor sufrió un infarto, y cayó al agua con 92 personas dentro. A causa del impacto, muchas de esas personas habían perdido el conocimiento, y se hundían inertes dentro del trolebús en las heladas y contaminadas aguas del lago.
Karapetyan se tiró al agua. Durante 20 interminables minutos realizó 10 inmersiones y logró rescatar a 30 personas, 20 de las cuales sobrevivieron. Mientras él sacaba gente, su hermano los iba llevando a la orilla para que fueran atendidos. Tras la décima inmersión, Karapetyan perdió el conocimiento. Pasó 46 días en coma. El frío extremo y la contaminación dañaron sus pulmones de tal manera que nunca más volvería a competir.
Muchas de las personas que salieron del fondo de las aguas gracias a Karapetyan no supieron quién había sido su salvador hasta 6 años después del accidente, cuando un diario moscovita publicó la historia del nadador.
9 años después de aquello, algún curioso sino quiso que pasara junto a un centro comercial incendiado, donde varias personas habían quedado atrapadas. Tampoco se lo pensó, y entró a sacar a todas las personas que pudo. También en esta ocasión su acto le llevó a pasar una temporada en el hospital.
Hasta aquí, un poco de su biografía. En realidad están retratados dos momentos de vida, uno en 1976 y otro en 1985. Dos increíbles momentos en 57 años de existencia. Pero lo que más llegó a impresionarme, lo que hizo que me conmoviera, fueron sus palabras cuando, tiempo después del accidente del trolebús, alguien le preguntó por la parte más dura de aquello. Su respuesta fue sencilla:
«Sabía que sólo podría salvar unas pocas vidas, y tenía miedo de cometer un error. Estaba tan oscuro allá abajo que apenas podía ver nada. En una de mis inmersiones, accidentalmente cogí un asiento en lugar de un pasajero… Podría haber salvado a una persona más en su lugar. Ese asiento aún me obsesiona y me quita el sueño».
Fuera del lago y el incendio, su vida ha sido sencilla. Emigró a Moscú, y allí puso una tienda de zapatos. La llamó “El segundo aliento”.
Hay una foto de Karapetyan cubierto de medallas tras un acto de reconocimiento de la URSS. La UNESCO también premió su heroísmo con el galardón Fair Play. En YouTube se pueden encontrar algunos documentales armenios y rusos sobre el accidente (sin subtítulos). Aunque el reconocimiento que más me ha gustado es saber que, en 1986, un asteroide del cinturón principal de nuestro sistema solar fue bautizado con su nombre.
Las antiguas tradiciones dicen que los dioses, para honrar las hazañas de los héroes, aquellas personas ordinarias que hacen cosas extraordinarias, les dedicaban un lugar en el firmamento. Karapetyan ya tiene el suyo.
Que Historia tan hermosa. Me ha impactado, casi siempre la vida de los Héroes impactan. Gracías por hacer que la conozcamos.