El dinero no lo es todo

A veces se nos olvida ordenar las prioridades que tenemos en la vida. Nos dejamos avasallar sin ningún cuidado por esos espejismos que nos ofrecen la fama y la fortuna como meta principal. Se encargan de mantenernos al tanto de quiénes son los agraciados que aparecen como más ricos en la lista Forbes (nunca he sabido si nos lo dicen para que les admiremos o para que les tengamos compasión). Y no descuidan la ocasión de comunicarnos (anuncios, películas, canciones) que siempre es mejor ganar un poco más con un poco menos de esfuerzo.

¿Se nos ha ido la olla? No sé, pero creo que nos vendría bien una brújula.

Hay una buena noticia: podemos volver al centro en cuanto lo decidamos, al camino importante, al de las cosas profundas y las miradas interiores. Sí, suena “plasta” pero todos sabemos que está ahí dentro, en cuanto nos ponemos a escuchar.

Podemos rescatar algunas cosas valiosas: básicamente, las que contribuyen a mejorar un poco el mundo o, por lo menos, no colaboran para que siga cuesta abajo.

Hay un motivo importante. Cuando nos vayamos al otro barrio, no podremos llevarnos las vasijas de oro y plata.

Tan sencillo como eso. Gracias, Epicteto.

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