No hay viento bueno para quien no sabe dónde va

Nueva Acrópolis - Saber dónde vamosEl título de este artículo es el de un pensamiento de Lucio Anneo Séneca que he leído en un blog que a continuación comentaré. En otra versión de esta misma idea se expresa como «Ningún viento será bueno para quien no sabe a qué puerto se encamina» y lo podemos encontrar dentro de las Cartas de Séneca a Lucilio, en la Carta LXXI. O también «Cuando un hombre no sabe hacia dónde navega, ningún viento le es favorable».

Lamento haber interrumpido mi participación en este blog filosófico, puesto que últimamente me dedico a la administración de varios sitios webs y no tengo apenas tiempo para escribir e incluso ni para leer. Al final es cierto aquello de que Internet te modifica la mente, porque ya no tengo tanta disposición para las reflexiones profundas.

Cuando empezamos a escribir este blog, hace muchos años, en varias ocasiones me hice eco de blogs de contenido filosófico que existían en la red. Por ejemplo en este artículo o en este otro. Han pasado ya once años desde aquello, y no he querido comprobar cuántos de los blogs allí citados siguen existiendo.

Quizás por mi falta de continuidad escribiendo, quiero reconocer a otros «filósofos en la blogsfera» (que no se enfade Melinda por este palabro en inglés). Y si el autor tiene la desafiante edad de trece años como Álvaro, a quien quiero homenajear hoy, todavía es más digno de ser destacado y emulado, algo que seguro que a él le gustará, por aquello de la cultura del esfuerzo que nos cuenta en su autobiografía: Mi lema es que con esfuerzo, disciplina, amor propio, fuerza de voluntad y espíritu de superación todo se puede conseguir.

Álvaro Cabo tiene un blog llamado «Mi país a través de mis ojos» que os recomiendo encarecidamente leer. De hecho mi post está inspirado por el que él escribió titulado «Algo no va bien» hace un año y medio, y ya no quiero calcular la edad que él tenía cuando nos dejó joyas como la siguiente:

Somos intolerantes con lo que no nos encaja y no le damos ni la más mínima oportunidad a lo que nos parece diferente. Somos expertos en la ley del mínimo esfuerzo, cultivamos los músculos de los brazos, hombros, abdominales, piernas…, pero el único músculo que no se cultiva es el más importante, el cerebro.

Leer a filósofos como Álvaro Cabo me hacen recuperar la esperanza en la Humanidad y que no todo está perdido. Algún día volverán los filósofos a gobernar las ciudades si cuidamos la educación de los jóvenes.

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