La idea

 

 

Había una idea que saltaba en mi mente, como si tratara de jugar conmigo, a veces casi la atrapaba, pero nunca era el momento oportuno para plasmarla en un papel, en un acto, en una canción, a pesar de que cuando se asomaba me la repetía interiormente para no olvidarla. Pero al llegar a casa se había esfumado.

Poco a poco la idea se fue durmiendo en mi interior y no pude encontrarla. No era capaz de hacerla brotar, no podía exprimir mi mente para que la derramara.

Muchas veces pienso en aquella idea que me encantaba, que me ayudaba a vivir, que me hacía sentir mejor y como un destello me parece sentir dentro de mí que la idea despierta, pero tan brillante como fugaz apenas me da tiempo de asirla.

Hoy, en los últimos años de mi vida, que ha sido plena, vuelvo sobre aquella idea que rondaba por mi cabeza y me pregunto si habré dejado algo sin hacer, si se me habrá dormido algún sueño. Estoy segura de que algunas cosas quedan pendientes, pero la búsqueda ha sido incesante porque la Luminosa Idea que nunca pude expresar me impulsó hacia lo desconocido, hacia lo eterno.

Y como toda alma apresada en un cuerpo, la mía siempre soñó con liberarse, y casi lo logró al percibir —aunque fuese tenuemente— aquella Idea.

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