Jack el Destripador y la coherencia (II)

En mi último post, el señor Cyrano hacia el siguiente comentario:

Bueno, bueno, ya habéis olvidado las primeras clases de filosofía. Uno debe vivir según piensa, siente y cree, si no nunca sabrá si lo que cree pasa la prueba de la realidad del día a día. También Unamuno defiende el ser coherente y hacer según sintamos que debe hacerse, y no guardarse las cosas, aunque eso nos lleve a romper un cristal al vecino.

Hagamos, por ahora, un experimento mental: Supongamos que nos molesta la música del vecino, sentimos rabia, pensamos que debemos hacer algo y lo hacemos: le rompemos un cristal. Supongamos que el vecino, también es un firme seguidor de “hacer según sintamos que debe hacerse”. Siente rabia ante los cristales rotos de su preciosa ventana, piensa que debe hacer algo y lo hace: va y le rompe las dos piernas al vecino, para que aprenda a no romper más cristales. Hasta aquí todo va bien; los dos son muy coherentes. Resulta que el padre del que tiró la piedra queda horrorizado. Y decide seguir siendo coherente: va y le rompe las dos piernas a la hija del vecino.  Las cosas podría ir a más; a mucho más. ¿Cuánto más?

Pues, veamos, pasemos del experimento mental al real. Volvamos a Londres, pero esta vez no al Londres de 1888, sino al de 2011.  El jueves 4 de agosto, un joven de color, Mark Duggan, fallece por un disparo de un agente en una operación especial. Sus parientes, vecinos, amigos y simpatizantes, unos doscientos en total, se reúnen frente al cuartel de la policía del barrio londinense de Tottenham. Sienten rabia, piensan que deben hacer algo y pasan a la acción: rompen el primer cristal de la comisaría. La cosa se anima y empiezan a arrojar objetos contundentes contra la policía, comienzan los saqueos a varias tiendas de la zona y los robos. El sentimiento de cólera se extiende. En Birmingham tres personas, de origen asiático, mueren por un atropello defendiendo las tiendas contra los saqueadores.

Ahora hay que preguntarse: ¿a qué nos lleva todo esto? Pues a que si somos coherentes con las emociones, con las malas emociones, en pocas horas no quedaría ni un vecino vivo; en pocos días, no quedaría nadie vivo en la ciudad, y en muy poco tiempo no quedaría nadie para contar que esta idea no es buena. El primer ministro británico, David Cameron, describió muy bien la situación cuando dijo: “El gran problema de nuestra sociedad es que muchos chicos crecen sin saber la diferencia entre el bien y el mal”.

Entonces, ¿qué podemos hacer cuando nos rompen un cristal, nos molestan con la música o maltratan a un familiar? Pues… hemos tenido suerte, la respuesta está en el último post de M. Ángel: “El mal debe ser respondido con la justicia”: y no desde la venganza, el odio, la cólera…

4 thoughts on “Jack el Destripador y la coherencia (II)

  1. Hola Rafa, no esperaba que elevaras a categoría de post un simple comentario. Sin ánimo de polemizar y querer tener razón déjame que te explique el sentido de mis palabras, porque muchas veces los árboles no nos dejan ver el bosque, en este caso los ejemplos serían los árboles, y la vida con seres humanos en ella sería el bosque.

    Yo no pretendía defender la violencia ni a los cafres (si el destripador era un psicópata los personajes de tus ejemplos ahora son unos cafres), sino la coherencia. Y valga esta definición que he encontrado por ahí: «Es el valor que nos hace ser personas de una pieza, actuando siempre de acuerdo a nuestros principios». Cuando Unamuno recomienda la coherencia hasta el extremo de pinchar la rueda a alguien, es porque cuenta con los procesos internos de las personas normales (ni psicópatas ni cafres), de manera que ese que, siguiendo el hilo de su odio, se venga o lo intenta, de pronto se ve a sí mismo en la acción, es más consciente de lo que siente y a dónde le lleva eso, con lo cual ese odio puede desaparecer ante la luz de esa nueva conciencia que la coherencia ha facilitado. Y ese es el sentido de mis palabras, y no otro.

    Un saludo.

  2. Al respecto, a veces tendemos a pensar que la solución es lo que nos dictan los sentimientos:

    «La emoción es una transformación del mundo». Sartre.

    http://josearnedo.blogspot.com/2011/04/jean-paul-sartre-bosquejo-de-una-teoria.html

    Al vernos incapaces de solucionar un conflicto que nos presenta la realidad, la transformamos mediante la emoción, bajando a un nivel en el que aceptamos soluciones inútiles como la ira y la violencia.

    La violencia no soluciona los problemas.

  3. Sr.Cyrano, muchas gracias por tus comentarios. Bien, nada mas lejos de mi sentimientos pensar que estamos polemizando: para mí, lo que atamos haciendo es dialogar y aprender. Y añado que estoy completamente de acuerdo con lo que tu dices:“Es el valor que nos hace ser personas de una pieza, actuando siempre de acuerdo a nuestros principios”. Lo único que le añadiría es que esos principios hay que saberlos elegir; eso es inteligencia y mantener a pesar de las circunstancias; eso es fortaleza. Y todas estas cosas, cuando se dan juntas es: Coherencia.

  4. No sé porque creo que en el fondo de éste debate late una pregunta más allá de la coherencia y mantenernos fieles a nuestros principios…
    No sé porque presiento que cuando se habla prácticamente en términos de libertad sumisa a las reglas del derecho (los míos terminan donde empiezan los de la otra persona), late ése sentimiento angustioso y siempre dócil en las sombras, pero tan a la luz últimamente y tan distorsionado creo yo por los medios masivos: si dejamos al ser humano libre, dotado de principios que escoge a cada momento, va a terminar necesariamente agrediendo al otro?? Instaurando una y otra vez el juego del amo y del esclavo??
    Seré optimista y se reirá mas de uno de mi concepción del hombre, pero sigo pensando que la esencia misma y raíz de nuestro yo es la tendencia al bien, a la solidaridad. Sólo que éste sistema al que más de uno se somete propone ésa tan afamada ley de la jungla: sólo el mas fuerte sobrevive…
    Quizás es sólo anhelo de una grandeza a la que no llegamos en conjunto, o tal vez la creencia desesperada a la que me aferro cada tanto, pero creo en el ser humano y su potencial para bien de la especie, ésa libertad desatada…

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *