Esto no va de machismo y feminismo. Va de lenguaje.
Cuando oigo hablar a algunos personajes públicos, noto cuánto interés ponen en que diferenciemos minuciosamente los géneros de los sustantivos que utilizamos (aunque no sepamos muy bien qué es un sustantivo ni qué es el género en gramática).
Han conseguido que nos veamos obligados a puntualizar continuamente que los maestros y las maestras enseñan, los jueces y las juezas juzgan y los jugadores y las jugadoras juegan. Y si no lo decimos así, podemos llegar incluso a ser considerados «sexistas».
La verdad es que queda muy «reivindicativo» y «progresista» señalar la diferencia entre las «oes» y las «aes»; cuantas más veces, mejor.
Pero, digo yo… ¿no sería mejor concentrar el esfuerzo en los problemas prácticos de desigualdad y no arañar tanto la superficie desviando nuestra atención hacia el «hablar igualitariamente»? Confieso que a mí me agota el oír que «los ciudadanos y ciudadanas tenemos el derecho a estar titulados y tituladas como abogados y abogadas» y cosas así. Con lo resumidos que somos a la hora de tuitear y de washapear…
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