Por fin, Escher

escher_belvedereEl informático Gershon Elber y su equipo del laboratorio del Institute of Technology Technion, en Israel, han diseñado un programa capaz de hacer realidad el sueño de millones de admiradores: pasar la arquitectura imposible de Escher de las dos dimensiones, 2D, a 3D, gracias a un nuevo programa informático.

Una vez, el pintor alemán Maurits Cornelis Escher, declaró: “Mis ideas están basadas en mi asombro y admiración por las leyes contenidas en el mundo que nos rodea. Quien se maravilla de algo, toma conciencia de algo maravilloso”. Y ahora, gracias al trabajo del informático Gershon Elber, podemos maravillarnos y tomar más conciencia del trabajo de este gran artista. A él siempre le obsesionó el conflicto entre lo que era capaz de imaginar en tres dimensiones y la forma de plasmarlo en el plano, de solo dos dimensiones, sin que por ello perdiera la fuerza ni perspectivas del mundo real.

Para superar estos problemas, Escher creó unas técnicas que consiguen una serie de ilusiones ópticas muy logradas. Sin embargo, para el que vea por primera vez alguna de sus obras, es complicado imaginar sus peces, aves, escaleras que suben y bajan al mismo piso, torres, círculos, triángulos… en tres dimensiones, es casi imposible. Y eso es precisamente lo que se propuso Gershon Elber y su equipo: sacar del mundo de dos dimisiones las litografías y dibujos, y traerlos a nuestro mundo de tres dimensiones. Para ello crearon un software capaz de convertir las ilusiones ópticas de los dibujos de Escher en órdenes precisas para que una impresora haga una copia de la obra en tres dimensiones. Con la gran ventaja de que la copia en 3D mantiene las ilusiones ópticas diseñadas originalmente por Escher. Este logro del software de Elber se publicó en la revista Advances in Architectural Geometry.

Con motivo de este logro, el Technion (Israel Institute of Technology) ha publicado el vídeo que podemos ver abajo con todo el proceso de fabricación. En él podemos ver, paso a paso, cómo el profesor Elber envía los datos a una impresora 3D. Tras una espera de 27 horas de impresión, el milagro: una versión de la litografía de Escher, conocida como “Belvedere” en tres dimensiones. Que podemos coger, girar y tocar. Y tal como declaró el propio Escher:”Quien se maravilla de algo, toma conciencia de algo maravilloso”.

Plantas muy «humanas»

PLANTAS HUMANAS

En su último libro, titulado “Qué sabe una planta”, Daniel Chamovitz, doctor en Biología y director del Centro de Biociencias de la Universidad de Tel Aviv, nos revela que las plantas pueden sentir el entorno, tomar decisiones inteligentes y comunicarse unas con otras a través de un sorprendente lenguaje químico.

La genética de las plantas no es tan diferente de la del ser humano. En una entrevista publicada en Scientific American, Daniel Chamovitz explicaba: estos (descubrimientos) me han llevado a darme cuenta de que la diferencia genética entre las plantas y los animales no es tan significativa como yo ingenuamente había creído una vez. Así que, mientras todavía no estaba investigando este campo, ya comencé a cuestionarme los paralelismos entre las plantas y la biología humana.

Y añadía: las plantas tuvieron que desarrollar mecanismos sensoriales muy sensibles y complejos que les permiten sobrevivir en ambientes cambiantes (…). Ellas necesitan ver dónde está su comida; necesitan sentir el clima y ser capaces de oler los peligros. Y tienen que ser capaces de integrar toda esta información de forma dinámica y cambiante. El hecho de que no vemos a las plantas moverse no significa que su mundo interior no sea rico y dinámico. Y a enseñarnos eso dedica Chamovitz su último libro, “Qué sabe una planta”, a mostrarnos ese mundo interior rico y dinámico de estos seres vivos.

Cada capítulo está dedicado a explorar las similitudes entre los sentidos humanos y los de las plantas. Así, vemos que el primer capítulo, titulado “Lo que ve una planta”, comienza de una forma provocativa con esta afirmación: “Piensa sobre esto: las plantas pueden verte”. En este capítulo se explica cómo las plantas pueden distinguir entre los diferentes tipos de colores. También encontramos páginas dedicadas a explorar las similitudes entre el resto de los sentidos  humanos. El autor afirma que las plantas pueden sentir y diferenciar los distintos aromas o que también tienen sentido del tacto, porque saben cuándo son acariciadas o agredidas.

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Paul Krugman y los experimentos de Solomon Asch

PAUL KRUGMAN

Solomon Asch (1907-1996) fue un psicólogo estadounidense que trabajó en el campo de la psicología social. Asch se hizo famoso gracias a una serie de experimentos, realizados alrededor de 1950, y que ahora son conocidos como “Los experimentos de conformidad de Asch”. El conformismo puede definirse como «un cambio de conducta u opinión de una persona, resultado de una presión real o imaginada por parte de una o varias personas».

Los experimentos de conformidad de Asch nacieron con un objetivo muy simple: estudiar las condiciones, los motivos y la resistencia de los individuos a las presiones del medio cuando estas son, ciertamente, contrarias a sus propias convicciones e, incluso, contrarias a la realidad de lo que ven.

El experimento es muy sencillo y fácil de realizar. Se reúne a un  grupo de personas, normalmente jóvenes estudiantes, en el cual, todos los participantes excepto uno son cómplices del experimentador. Se les dice que van a ser sometidos a una “prueba de visión”. Pero en realidad, el experimento consiste  en ver cómo el estudiante restante (el único que no es cómplice) reacciona frente al comportamiento del grupo. Se reúnen y se procede a enseñar una serie de tarjetas con varias rayas de diferentes tamaños: unas más largas que otras. Y se les pregunta cosas como: ¿cuál de la rayas es la más larga?

Al principio todos están de acuerdo y responden la verdad de lo que ven. Pero los cómplices, habrán sido preparados para dar respuestas unánimes e incorrectas en los tests. Los resultados muestran que, en estas circunstancias, un 37% de las personas se conforma con el punto de vista mayoritario. Incluso en los casos en los que las respuestas son contrarias a la realidad. O sea, una de cada tres personas se conforman con la opinión de la mayoría incluso sabiendo, sin dudas, que es un opinión equivocada.  Por eso también, este comportamiento se ha llamado “conformismo irracional” o “no lógico”.

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Las matemáticas y el mercado laboral español

LAS MATEMATICAS

Las matemáticas confirman el caos del mercado laboral español

Hiperión es un satélite con forma de patata que orbita alrededor de Saturno. Visto así, es posible que usted crea que su historia laboral no tiene nada en común con Hiperión. Pero se equivoca. Porque una de las características de este Hiperión es que la rotación sobre su propio eje es caótica. Y eso es lo que precisamente ha encontrado la profesora Elena Olmedo Fernández en el mercado laboral español: caos.

Este descubrimiento se ha publicado en la importante revista “Chaos, Solitons & Fractals”. El trabajo se pudo realizar gracias a los datos sobre el desempleo facilitados por el INEM a lo largo de 36 años, entre 1965 y 2001. Con esos datos se ha calculado el denominado “máximo exponente de Lyapunov”. Los exponentes de Liapunov, como ahora se les conoce, son un conjunto de números que se emplean para detectar la presencia del caos en los sistemas dinámicos. Y lo que han revelado es lo que cualquier parado sabe: que el mercado laboral español es caótico.

Un sistema dinámico es caótico cuando es muy difícil predecir su comportamiento, su evolución en el tiempo. En palabras de la propia Elena Olmedo, un sistema es caótico cuando su comportamiento es “altamente complejo e impredecible a largo plazo”. Esto no significa que sea imposible de predecir. “Porque –continúa la profesora Olmedo– a corto plazo, se puede predecir, aunque para ello hay que utilizar modelos no lineales que capten la complejidad del comportamiento observado”. Traducido: no cuente con que su empleo le dure tanto como su hipoteca.

¿Somos capaces de reconocer lo bello?

APRECIAR LO BELLO

¿Somos capaces de percibir lo bello? ¿Somos capaces de reconocer el talento? ¿Nos pararíamos a disfrutarlo? Estas son algunas de las preguntas recogidas en una especie de experimento acerca de percepciones y prioridades hecho por el periódico de Washington Post. El experimento no es reciente, data del año 2007, pero la cuestión es actual. A primera vista, las preguntas parecen inocentes, casi infantiles; al fin y al cabo, todos creemos que somos capaces de reconocer lo bello; pero ¿los somos?

Para contestar a estas preguntas, el Washington Post preparó un concierto de violín en la céntrica estación de L’Enfant Plaza, en la capital de Estado Unidos, Washington. Se trataba de averiguar cuántas personas perciben la música; cuántas reconocen esa música como bella; cuántas se pararán para escucharla y cuántas darán un donativo.

Sería interesante, antes de continuar leyendo, que cada lector se hiciera la pregunta: ¿qué ocurrirá? Veamos lo que el director de orquesta Leonard Slatkin contestó a esa misma pregunta: “Creo que quizás 35 ó 40 reconocerán la calidad. Unos 75 ó 100 se pararán para escuchar la música unos minutos. Y entre todos donarán unos 150 dólares”.

Veamos qué ocurrió.Estación de L’Enfant Plaza, 7:51 de la mañana de un frío 12 de enero de la ciudad de Washington. Un joven llamado Bell, vestido con pantalones vaqueros, una camiseta de manga larga y una gorra entra en la estación, desenfunda su violín y comienza a tocar.

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¿Te gusta el carnaval?

CARNAVALFebrero nos ha traído una ola de frío, y en algunas ciudades, también nos trae el carnaval. Y eso fue lo que me recordó Juan, un conocido mío, cuando hace unos días me preguntó:

–¿Qué, te gustan las chirigotas de este año?

–Pues, la verdad es que no escucho muchas chirigotas.

–Bueno –continuó animado–, ¿de qué te vas a disfrazar este año?

–De nada; más bien intentaré, como otros años, huir de la ciudad durante el carnaval.

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Feliz año 2012 y suerte con su ADN

Como cada año, deseo a todos un ¡FELIZ AÑO 2012!, aunque, según un artículo publicado en la revista “The economist”, titulado “Happiness is in your DNA”, la felicidad está en el ADN. Y, por lo tanto, es el ADN el que conforma nuestro grado de felicidad de la misma forma que conforma el color del pelo, la forma de las manos, el hígado o el número de zapato que calzas.

Y, lo siento mucho, pero tampoco puedo desearos ¡UN PRÓSPERO AÑO NUEVO! Porque en dicho artículo podemos leer: “Que la personalidad y la inteligencia se heredan es un hecho cada vez más claro y obvio, de modo que, presumiblemente, la tendencia a ser feliz o infeliz es, en cierta medida, producto del ADN”. O sea, que la inteligencia, necesaria para tener un poco de prosperidad, también es producto del ADN. El gen de la inteligencia se descubrió hace algunos años y se llama dysbindin-1 (DTNBP1). Y si no tenemos en nuestro cuerpo un poco de dysbindin-1 (DTNBP1) o en el de algún familiar cercano que además tenga el gen de la generosidad, olvídese del pavo en salsa, del turrón y de los roscos de Reyes.

Y si es usted uno de los afortunados que tienen un poco de inteligencia y un poco de felicidad, ni se le ocurra dar gracias a Dios. Porque según el genetista Dean Hamer, la espiritualidad y la fe son también producto del ADN. El gen se llama VMAT2, pero se ha popularizado como el “Gen de Dios”. A este paso, y con los adelantos que hay, cualquier día encontrarán el gen de la Capilla Sixtina, la Novena de Beethoven, el sabor de la paella y el rock & roll.

Todos estos descubrimientos están basados en la “teoría” de que la conducta es el resultado de la biología: son los genes y no los individuos los que evolucionan. Y evolucionan según la teoría de Darwin: tiempo y aleatoriedad. Así que bienvenido al mayor casino del mundo: el Casino de la Genética, donde las fichas ganadoras no son euros ni oro, sino genes felices e inteligentes.

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Cuidado: ¡llegan las elecciones!

Otra vez he vuelto a caer; estaba escribiendo algo sobre ciencia en un post titulado “El encantamiento jónico” y… aquí estoy hablando de elecciones. Y, desde luego, de la misma forma que no tengo intenciones de recomendarle a usted qué debe cenar, qué color de camisa usar, qué chaqueta va bien con su peinado o qué tipo de colonia es mejor para la fiesta de mañana, tampoco voy a decirle a quién debe votar. Pero sí que me gustaría contar una historia. Es una historia de aventura, de orgullo, vanidad, engaños, traiciones, elecciones y, cómo no, decepciones.

La noche del lunes, 26 de septiembre de 1960, había 60 millones de personas viendo la televisión, y no era para ver un partido de fútbol, ni de baloncesto, ni una carrera de coches. Se trataba del debate televisado entre Richard Nixon y John F. Kennedy. Nixon tenía todas las de ganar, se sentía confiado, las cosas iban muy bien.

–Tú tranquilo, que la Casa Blanca es tuya –le aseguraban sus asesores.

Nixon sonreía a todos; el sillón del poder, la gloria y la vanidad estaba a su alcance.

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El pensamiento mágico se extiende a la economía

¿Os acordáis del milagro de la multiplicación de los panes y los peces?, cuando Eliseo ordenó: Dáselo a la gente para que coma. Su criado le contestó: ¿Cómo voy a dar de comer con esto a cien hombres? Replicó Eliseo: Dáselo, porque el Señor dice: «Comerán y sobrará». Ya lo creo que sobró. Con lo que sobró nos compramos: frigoríficos, lavadoras, pantallas de plasma, colegio en el extranjero para los niños, un piso en la ciudad, una pequeña mansión en el campo, un yate en el puerto…Y todo eso por “magia”.

Utilizo aquí la palabra “magia” en el mismo sentido con que la definió Umberto Eco en su artículo titulado “El mago y el científico”. Dice así: “La magia ignora la larga cadena de las causas y los efectos y, sobre todo, no se preocupa de establecer, probando y volviendo a probar, si hay una relación entre causa y efecto”. En este artículo, el Prof. Eco, intenta llamar la atención sobre el problema que el uso de la tecnología, sin conocer la larga cadena de las causas y los efectos, está produciendo en la sociedad. Apretamos un botón y ¡ya está!, se enciende el televisor; nos acercamos a una puerta y se abre sola; tecleamos un número y podemos hablar con cualquier persona por muy lejos que esté; tomamos un jarabe y nos baja la fiebre; apretamos un botón y tenemos una foto… El desconocimiento de la cadena de causas y efectos está creando en la sociedad una mentalidad “mágica” e irracional. Según Eco, al desconocer las leyes de la física, que están detrás de toda tecnología, “El usuario vive la tecnología del ordenador (y toda las demás) como magia”.

Pues bien, creo que uno de los problemas que tenemos es que “la mentalidad mágica” se ha extendido desde la tecnología a la economía y esto ha hecho que muchas personas, especialmente en política, vivan la economía también como magia: se ha perdido de vista la relación entre riqueza y esfuerzo. Hemos perdido de vista la relación que hay entre los pantalones que nos ponemos y el esfuerzo que hay que hacer para fabricarlos; entre el vaso de leche y el enorme trabajo que hay que hacer para criar vacas; entre abrir un grifo y tener agua y el trabajo de construir pantanos y todas las canalizaciones hasta nuestra casa… Vamos a un banco y vemos “magia” por todos sitios; aprietas un botón y ¡zas!, el dinero desaparece de una cuenta y aparece en otra de forma instantánea: pura “magia”.

Esto nos está llevando a vivir la economía de una forma irracional. Vivimos, al igual que en la Edad Media, instalados en el milagro: el milagro de cobrar, comer, beber, vestir, el coche, el ordenador, la mansión en el campo… sin saber de dónde, quién, cómo se crean todas esas cosas, como se crea la riqueza. El problema, señores y señoras, es que ahora falta de todo, no hay peces ni panes: el truco se ha terminado. Y lo que nos queda, ¡oh, Señor! es la factura que, con todo cariño, Eliseo nos ha dejado encima de la mesa.

Jack el Destripador y la coherencia (II)

En mi último post, el señor Cyrano hacia el siguiente comentario:

Bueno, bueno, ya habéis olvidado las primeras clases de filosofía. Uno debe vivir según piensa, siente y cree, si no nunca sabrá si lo que cree pasa la prueba de la realidad del día a día. También Unamuno defiende el ser coherente y hacer según sintamos que debe hacerse, y no guardarse las cosas, aunque eso nos lleve a romper un cristal al vecino.

Hagamos, por ahora, un experimento mental: Supongamos que nos molesta la música del vecino, sentimos rabia, pensamos que debemos hacer algo y lo hacemos: le rompemos un cristal. Supongamos que el vecino, también es un firme seguidor de “hacer según sintamos que debe hacerse”. Siente rabia ante los cristales rotos de su preciosa ventana, piensa que debe hacer algo y lo hace: va y le rompe las dos piernas al vecino, para que aprenda a no romper más cristales. Hasta aquí todo va bien; los dos son muy coherentes. Resulta que el padre del que tiró la piedra queda horrorizado. Y decide seguir siendo coherente: va y le rompe las dos piernas a la hija del vecino.  Las cosas podría ir a más; a mucho más. ¿Cuánto más?

Pues, veamos, pasemos del experimento mental al real. Volvamos a Londres, pero esta vez no al Londres de 1888, sino al de 2011.  El jueves 4 de agosto, un joven de color, Mark Duggan, fallece por un disparo de un agente en una operación especial. Sus parientes, vecinos, amigos y simpatizantes, unos doscientos en total, se reúnen frente al cuartel de la policía del barrio londinense de Tottenham. Sienten rabia, piensan que deben hacer algo y pasan a la acción: rompen el primer cristal de la comisaría. La cosa se anima y empiezan a arrojar objetos contundentes contra la policía, comienzan los saqueos a varias tiendas de la zona y los robos. El sentimiento de cólera se extiende. En Birmingham tres personas, de origen asiático, mueren por un atropello defendiendo las tiendas contra los saqueadores.

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