La vida es una playa

Ya sé que el título es un gran tópico. En España se dice que algo es una playa cuando es muy fácil, descomprometido y sin demasiada importancia. Pero aun así, dentro de esta sección de «filosofía cotidiana» hoy me ha parecido apropiado decir que la vida es una playa.

Para los que vivimos en una zona costera (somos la mayoría, no solo en España, sino en el resto del mundo), es fácil comprobar que no solo «la vida es una playa», sino que «la playa es la vida». Esto ocurre sobre todo en el sur, donde la vida es «exterior y con vistas». Y en verano, la vida es una playa.

Pero sin querer seguir con los juegos de palabras, durante el fin de semana pasado meditaba sobre este asunto, obviamente en la playa. En la playa todos nos mostramos de una manera más directa, sin tantos ropajes que ocultan no solo nuestra parte física, sino también nuestra personalidad, que el resto del tiempo tenemos blindada para aparentar ser lo que no somos o lo que nos gustaría que los demás pensaran de nosotros. En la playa nos mostramos más abiertamente, y lo que no nos atreveríamos a hacer unos cientos de metros hacia el interior, en la ciudad, lo hacemos en la playa.

¿Filosofar en la playa? Pues sí, hay mucho en lo que pensar: el ir y venir de las olas, incansable, perseverantemente; el subir y bajar de las mareas llevando y trayendo la actividad y la vida; los niños construyendo efímeros castillos de arena o empeñados en abrir agujeros para llenarlos fugazmente de agua; la inconmensurable arena que no podemos asir con la mano, y cuanto más apretamos más se nos escapa; las huellas que en la orilla dejan nuestras pisadas, como impronta de nuestro caminar…

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Blogs de filosofía

Cuando hace tres o cuatro años leí en Baquía acerca del impulso de los blogs en EE.UU., en principio me pareció otra de las modas pasajeras y experimentos que con tanta frecuencia vemos en Internet. Pero luego pensé que, al fin y al cabo, Internet consiste en publicar lo que conocemos o lo que pensamos. Entonces propuse a unos amigos la creación de un blog o «diario personal» o «cuaderno de bitácora de un proyecto» con temática filosófica. Hemos tardado más de lo que pensaba, pero ya estamos aquí, en el aire. Y creo que es justo reconocer otros blogs que llevan más tiempo que nosotros. Pido disculpas si me dejo alguno, pero a la manera china, mencionaré mis ocho preferidos.

Es el blog que nos dio el espaldarazo definitivo para crear este. Me gusta su diseño, me gusta su contenido, me gusta su originalidad, me parece de lo mejor que hay en la red.

Subtitulado «Filosofía para la vida cotidiana», que es precisamente la finalidad de nuestro blog. Es el que tiene una temática más parecida al blog que estamos haciendo. Y sin embargo, lo desconocía hasta hoy mismo. Muy recomendable. Continue reading

Sócrates y Xantipa

Son muchas las anécdotas que nos han llegado acerca de la vida de Sócrates. En especial, de su relación con Xantipa, su malhumorada esposa.

Nietzsche lo pone como ejemplo de la contradicción que se da entre los términos «filósofo» y «casado». Siempre se muestra a Xantipa haciendo la vida imposible a su marido, y este, con pleno dominio de sí mismo, aguantándolo todo. Alcibíades le dijo que cómo soportaba a Xantipa siempre injuriándole; Sócrates le contestó: «Pues lo mismo que uno se acostumbra al ruido continuo de una polea de pozo, como aguantas tú el graznido de tus gansos»; «Pero –le interrumpió Alcibíades– me dan huevos y crían»; «También me da a mí Xantipa hijos», terminó el filósofo.

En otra ocasión Alcibíades, admirado por las violencias impertinentes de la mujer de su maestro, preguntó a Sócrates que por qué no había expulsado de su casa a una mujer de tan pésimo carácter. Sócrates le dijo calmadamente: «Soportando estos arrebatos en mi hogar, me ejercito, y me acostumbro para sobrellevar sin trabajo las impaciencias y las injurias de otros fuera de mi casa».

También se cuenta que en cierta ocasión su esposa estaba tan descontrolada que se desbordó en improperios y luego le arrojó una palangana llena de agua. Él tomó las cosas con calma y dijo a los que allí estaban: «No os sorprenda que tras los truenos venga la lluvia».

En fin, siempre en Sócrates tenemos al modelo de filósofo que lleva a la práctica aquello que enseña, aquello en lo que cree.

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Filosofía y pensamiento gozan de buena salud

Acabo de leer en un interesante artículo que Gracias a Internet, el pensamiento goza de buena salud.

Es un artículo quizá demasiado extenso, escrito por Adolfo Vásquez Rocca, doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y en el que podemos leer cómo Internet está contribuyendo a la promoción de la investigación, del pensamiento y del avance en el mundo de las Humanidades.

Recuerdo que hace unos 30 años el ya fallecido escritor y pensador Vintila Horia (víctima tanto de los campos de concentración nazis como soviéticos) promovió la creación de la revista Futuro-Presente, en donde podíamos leer magistrales lecciones sobre todas las ramas de la cultura: filosofía, ciencias, tradición, futurismo, etc. La idea era promover un estudio comporativo de las diferentes disciplinas para mostrarnos el derrumbamiento del materialismo y el resurgimiento de una ética y de una espiritualidad superior, en la que la ciencia ya no sería contraria a la religión ni viceversa.

Una de sus afirmaciones que se me quedaron grabadas era que la ciencia y sobre todo la técnica habían experimentado un extraordinario avance en el siglo XX, y sin embargo, las disciplinas humanísticas permanecían estancadas con las ideas del siglo XIX. La forma de progresar era mediante el estudio comparativo de las distintas ciencias humanas.

En otra ocasión continuaremos para analizar cómo, de todos los recientes avances tecnológicos, Internet puede ser no solo vital para la ciencia, sino especialmente para las ciencias sociales y humanas, para la filosofía.

Comenzar a escribir

Siempre son difíciles los comienzos, sobre todo cuando se trata de crear algo nuevo. Pero en particular, comenzar a escribir es algo tremendo. A muchos nos asusta enfrentarnos a una hoja en blanco (ahora es una pantalla en blanco) y empezar a plasmar lo que la mente nos dicta, lo que nuestra imaginación atisba.

Pero no es para tanto: si pensamos que cada vez que sale el sol estrenamos un nuevo día, y que cada hora es una nueva hora, o cada segundo es la primera vez que lo vivimos… entonces nos daremos cuenta de que siempre estamos comenzando. La vida es un continuo comienzo. Sólo en la muerte paramos de empezar algo nuevo…, o no.

Quizá sea más difícil que continúen otros la labor que nosotros comenzamos…