Estoy cansada y estoy agradecida.
Estoy harta de la vida,
de que me haga luchar tanto,
de ver más bello que toco,
de creer en mundos grandes.
Porque me choco contigo
y conmigo y con la vida,
y veo torpeza plena
a vuelta de cada esquina.
Estoy harta de la vida,
de la gente a media tinta,
del sí pero luego no,
del puede pero no debe,
yo pretendo almas valientes,
más que almas ya verdades,
miediocridades las justas,
más bien fustas, bien cogidas.
Estoy harta de la hartura,
de la altura mal medida,
de la mentira en la frente,
de la herida en la mentira.
Estoy harta de la vida,
de la poca valentía,
del podría ser… un día,
del nunca será, seguro,
porque mientras andes cuerdo,
no salimos del apuro.
Del apuro de lo pobre,
de la distancia entre rostros,
de la tristeza en el fondo,
de un Ser escondido a trozos,
entre basurilla oscura,
entre sueños ni soñados,
entre las manos bien limpias,
y la muerte en cada paso.
Así no se vive, hombre,
ni se sobrevive apenas,
así lamentas tu aliento,
alimentas a tus penas,
no llegarás nunca a viejo,
porque así viejo has nacido,
nadie seguirá tus pasos,
pues ni tú mismo te sigues.
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