Chismografía

chismografia

¿Pensábamos que lo de chismorrear era una enfermedad propia de nuestro tiempo? ¿Que era un invento de las teles? (Bueno, hay que reconocer que fomentan mucho este asunto, para qué nos vamos a engañar). Pero ya Francisco Rodríguez Marín, a caballo entre el siglo XIX y el XX, escribió este soneto al que tituló

CHISMOGRAFÍA

Dícenme que decís, ex reina mía,

que os dicen que yo he dicho aquel secreto.

Continue reading

Una mota de polvo

Llevo días pensando sobre qué escribir. Unos me salieron temas de victorias y otros de derrotas, unos de sueños y otros de cuentos, unos de realidades y otros de verdades. La cosa es que todo lo que hacemos es un tema sobre el que pararse a pensar, incluso el mero hecho de parar es un tema sobre el que pensar.

En realidad, a veces tengo la sensación de que da un poco igual lo que haga, de que soy una mera mota de polvo vagando por la infinita inmensidad y densidad de la atmósfera y que puedo quedarme quieta, que el mundo seguirá existiendo igualmente, aunque en ocasiones me empeñe en vivirlo como si todo ocurriera desde mí.

Todo seguirá y eso me incluirá a mí lo quiera o no. Es decir, que me seguirán ocurriendo cosas buenas y malas, apreciables y aparentemente inapreciables, me mueva o no me mueva. Esa mota de polvo es parte de un todo y luego de otros muchos, y está pegada o al lado de muchas otras motas, también parte o afectadas por otros todos. Y, al final, todas se mueven unas afectadas por otras y aún más por corrientes de aire que las mueven a todas a la vez, creyéndose todas ellas dueñas absolutas de su vida.

¿De qué son dueñas cada una de esas motas? ¿De algo acaso? Sí, de algo. De la capacidad de saber lo que son, de la capacidad de saber que son.

Continue reading

El dilema del avestruz

Me levanto de la mesa. Después de rebañar el plato, me dirijo a la cocina para dejarlo; ya fregaré más tarde. ¡Humm… qué bueno estaba! Después de siete horas en la oficina sin probar bocado, había llegado a casa muerta de hambre.

¿Muerta? ¿De hambre? Las palabras, sin querer, retumban entre mis neuronas.

¿Tengo yo idea, aunque sea de lejos, de lo que significa morirse de hambre? ¿Puedo imaginar la cara de un niño viviendo esa situación? ¿Y la de su madre?

Siento un escalofrío. Yo, desde luego, no puedo imaginarlo. Solo el intentarlo me hace huir hacia otras imágenes menos terribles.

Continue reading

Hoy me he dado cuenta

Hoy me he dado cuenta, o más bien me he acordado, de que esperar que los demás hagan cosas o dejen de hacerlas para que tu vida funcione no tiene sentido. Y mucho menos cabrearte terriblemente o amargarte la garganta y los días porque no llegan a actuar, a decir, a pedir, a disculparse, a expresarse, justo como tú estás esperando, justo como tú necesitas.

Y es que eso no va a pasar y aunque pasase, si de ello depende tu felicidad, tu vida o un mero cachito de tu bienestar, mal camino llevas, mal camino llevo, hermano.

Pero quién narices soy yo para poner mi felicidad en manos de las reacciones o acciones de otros. Así no llego más que a un lugar llamado deriva, hartura, cabreo, desesperación.

Hoy me he dicho: a ver, que sea porque tú quieres. Con las ganas que tienes de cambiar el mundo, de disfrutar el mundo, de ver cómo brilla la esencia esa que está en todo, qué haces esperando a que los demás den los pasos adecuados. A que el propio mundo sea el que se mueva. Cambia el mundo tú, lechugas, simplemente, siendo tú, haciendo lo que crees, haciendo que las cosas sean justo como te gustaría que fueran. Más bien justo como te gustan, en presente, en presente; y sabes que pueden ser.

Continue reading

Si yo aprendiera a leer…

A veces pienso cómo sería el impacto de encontrar un elefante, así, de pronto, sin haber oído hablar nunca de semejante gigante. ¿Un bicho que pesa toneladas y mide el doble que yo de altura? ¿Con unos sables afilados que le crecen sobre la boca? ¿Con una nariz descomunal pegada a la cara con la que, encima, agarra lo que pilla? ¿Cómo sabría yo que no me aplastaría (que es lo primero que haríamos nosotros en su lugar, por si acaso)?

Bueno, lo cierto es que yo no razonaría tanto de primeras. Me quedaría patidifusa, sin más.

Siempre me he preguntado por qué se dudaba de la existencia de unicornios. ¿Porque tienen un cuerno en la cara? ¿Y qué tiene un rinoceronte en la suya? ¿No os resulta curioso ver, por ejemplo, caballos con rayas, digo, cebras?

Realmente, yo tengo mucha suerte. Vivo en una época en que puedo ver cómo se expresa la Naturaleza sin moverme de mi casa. Y además a cámara lenta, o comprimiendo semanas en segundos a cámara rápida. A veces creo que es una compensación por vivir en una vorágine donde la gente va muy deprisa y, de tanto correr, se ha olvidado de hacia dónde va.

Continue reading

Jack el Destripador y la coherencia (II)

En mi último post, el señor Cyrano hacia el siguiente comentario:

Bueno, bueno, ya habéis olvidado las primeras clases de filosofía. Uno debe vivir según piensa, siente y cree, si no nunca sabrá si lo que cree pasa la prueba de la realidad del día a día. También Unamuno defiende el ser coherente y hacer según sintamos que debe hacerse, y no guardarse las cosas, aunque eso nos lleve a romper un cristal al vecino.

Hagamos, por ahora, un experimento mental: Supongamos que nos molesta la música del vecino, sentimos rabia, pensamos que debemos hacer algo y lo hacemos: le rompemos un cristal. Supongamos que el vecino, también es un firme seguidor de “hacer según sintamos que debe hacerse”. Siente rabia ante los cristales rotos de su preciosa ventana, piensa que debe hacer algo y lo hace: va y le rompe las dos piernas al vecino, para que aprenda a no romper más cristales. Hasta aquí todo va bien; los dos son muy coherentes. Resulta que el padre del que tiró la piedra queda horrorizado. Y decide seguir siendo coherente: va y le rompe las dos piernas a la hija del vecino.  Las cosas podría ir a más; a mucho más. ¿Cuánto más?

Pues, veamos, pasemos del experimento mental al real. Volvamos a Londres, pero esta vez no al Londres de 1888, sino al de 2011.  El jueves 4 de agosto, un joven de color, Mark Duggan, fallece por un disparo de un agente en una operación especial. Sus parientes, vecinos, amigos y simpatizantes, unos doscientos en total, se reúnen frente al cuartel de la policía del barrio londinense de Tottenham. Sienten rabia, piensan que deben hacer algo y pasan a la acción: rompen el primer cristal de la comisaría. La cosa se anima y empiezan a arrojar objetos contundentes contra la policía, comienzan los saqueos a varias tiendas de la zona y los robos. El sentimiento de cólera se extiende. En Birmingham tres personas, de origen asiático, mueren por un atropello defendiendo las tiendas contra los saqueadores.

Continue reading

Jack el Destripador y la coherencia

El señor luis perrier-gustin, hacía, en mi último post, el siguiente comentario: “Interesante tema. Tal parece que de lo que se trata es de intentar rescatar una virtud, que sería la coherencia, pero primero habría que pensar si se trata de una virtud…”. Para aclarar un poco este tema, nada mejor que un paseo por el frío y neblinoso Londres…

En septiembre de 1888, el jefe de la Policía de Londres, recibió la siguiente carta:

Querido jefe: desde hace días no dejo de oír que la Policía me ha atrapado, pero en realidad todavía no me ha pillado. En mi próximo trabajo le cortaré la oreja a la dama y se la enviaré a la Policía para divertirme. No soporto a cierto tipo de mujeres y no dejaré de destriparlas hasta que haya terminado con ellas. El último es un magnífico trabajo; a la dama en cuestión no le dio tiempo de gritar. Mi cuchillo está tan bien afilado que quiero ponerme manos a la obra ahora mismo. Me gusta mi trabajo y estoy ansioso de empezar de nuevo; pronto tendrá noticias mías y de mi gracioso jueguecito […]

Atentamente, Jack el Destripador.

A partir de esta primera carta, el seudónimo de “Jack el Destripador” saltó a las primeras páginas de los periódicos londinenses y el terror se apoderó de la ciudad. Jack el Destripador tenía un modus operandi muy preciso. Sus víctimas fueron principalmente mujeres, prostitutas de los barrios pobres, a las que degollaba y mutilaba de forma cruel y salvaje. Es curioso que uno de los sospechosos que con más fuerza saltó a la prensa fuera el actor estadounidense Richard Mansfield, que en ese momento se encontraba protagonizando el papel del doctor Jekyll, basada en la novela titulada “El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde” (aprovecho para recomendar su lectura) del escritor Robert Luis Stevenson. Tras descartar al Sr. Mansfield, las pesquisas se centraron en la clase médica; por lo visto, Jack mutilaba a sus víctimas con precisión de cirujano. Al final, todo fue inútil y la identidad de Jack el Destripador ha permanecido siendo un misterio hasta nuestros días.

Continue reading

Una sociedad de teóricos

No pretendo ser, bueno, un poquito sí, irónico. Pero cada día hay más gente que no piensa lo que hace ni hace lo que piensa; hay casos extremos que no hacen ni lo uno ni lo otro. Y esto es grave. Hay millones de teóricos del fútbol, del tenis, de la pintura, de la música, de la literatura. Cada día hay más personas que no luchan por sus sueños. Y todo queda en pura teoría. Hay en las universidades profesores de economía que nunca han tenido empresas, profesores de pintura que nunca han pintado nada, profesores de ética que son, en algunos casos, unos sinvergüenzas, hay profesores de filosofía que nunca tuvieron interés por la verdad. Sin olvidar a los naturalistas que no hacen nada por la naturaleza, a políticos que en sus casas hacen todo lo contrario que dicen, etc. Parece como si estuviéramos perdiendo la capacidad de vivir y de luchar. Todo esto nos lleva al “hombre fragmentado”, que piensa de una forma, siente de otra y habla de otra distinta.

Al filósofo B. Russell también le llamó la atención este fenómeno social y dijo al respecto: «La humanidad tiene una moral doble: una que predica y no practica, y otra que practica y no predica». No sé si es usted de los que predica y no practica o de los que practica y no predica. Ahora, incluso, podemos añadir otra categoría que quizás era insólita en la época de Russell, pero son los más corrientes: los que ni predican ni practican. Estamos ante el grave riesgo señalado por el científico y filósofo francés Blaise Pascal, quien escribió: Si no actúas como piensas, vas a terminar pensando como actúas. O todavía peor: puedes terminar pensando y actuando como te dictan otros.

Camina, con eso basta


En una feria del libro, una autor conocido me puso esta dedicatoria: «Camina, con eso basta». Lo cierto es que dio en el blanco. A veces, nos liamos la vida con un montón de debo, no debo, hacia dónde voy, elijo un trabajo u otro, elijo un camino u otro, por qué hago esto, por qué no lo hago, por qué soy así, por qué no tengo tal cosa…

Y, si paramos, si simplemente caminamos, nos podemos dar cuenta de lo tranquila que es la vida en sí misma, de lo poco que pide y lo mucho que da. En realidad, no suelen pasar cosas graves a menudo; pueden pasar cosas rutinarias, cosas aburridas, pero si es así es porque nos sentimos atados a lo que hacemos, cuando, lo cierto es que no estamos atados a nada. Absolutamente a nada.

Ya sé que hay cosas necesarias, como la comida, y tenemos que trabajar para conseguirla, pero eso no es una obligación, sino que todo ha salido bien y poseemos algo que necesitamos: el trabajo y, en consecuencia, la comida.

Por un rato, deja de pedirte lo imposible, incluso lo posible, por un rato deja de conformarte o no conformarte, por un rato toma la vida tal cual es y verás que no tiene nada que ver con lo que haces o lo que tienes. La vida en sí misma es algo que está ocurriendo hagas tú lo que hagas o pienses tú lo que pienses. En muchas ocasiones, lo que ocurre es que estamos tan despistados que pasa mientras miramos hacia otro lado, que somos sin darnos cuenta de que estamos siendo.

Continue reading

Por un mundo mejor

¡Insoportable y desolado mundo! ¡Infinitamente ruin y corrupto eres! ¡Pero mi destino me llama y yo acudo para que la virtud triunfe por fin!

Es la voz de Don Quijote en la película El hombre de la Mancha, que tuve la oportunidad de ver una vez más en una de esas ocasiones en que la televisión rescata viejas glorias del cine. Y nuevamente volví a ver a un Don Quijote indignado ante la visión del mal extendiéndose impunemente entre los hombres.

¿Cómo puede ser que el fraude y la corrupción den más beneficios que la virtud y la verdad?, se pregunta el Caballero de la Triste Figura.

Ante tal estado de cosas, no puede soportar la inacción y se lanza a luchar por la justicia y defender a los desprotegidos, proponiéndose como misión convertir un mundo de hierro en un mundo de oro.

Siempre le acompaña la opinión práctica y simple del que vive con los pies en la sólida tierra: “Es curioso que este sendero para la gloria es clavadito a la carretera del Toboso, famoso por lo barato de sus pollos”, le dice Sancho. “Eso refleja que tienes poca experiencia con la aventura”. Claro. Ahí le duele.

Continue reading