¿Pueden las ciudades inteligentes mejorar el mundo?

CIUDADES INTELIGENTES

 

Mucho se oye hablar ahora de las “smart cities”. En buena medida porque los objetivos 2020 de la Comisión Europea se dirigen a lograr una mayor sostenibilidad en los lugares donde más recursos energéticos se consumen: las urbes. La previsión mundial es que se conviertan en los focos centrales de concentración de la población mundial, a costa del despoblamiento del resto de territorios. En esas ciudades inteligentes, la tecnología se convierte en un actor fundamental. En sus manos se pone la regulación del tráfico, la eficiencia del consumo energético, la gestión de los datos masivos o big data y la mejora en las relaciones de la Administración pública con los ciudadanos.

No hace mucho escuchaba a un grupo de expertos hablar de las smart cities. Uno de ellos sentenció que la conversión de las urbes en ciudades inteligentes es lo que lograría cambiar el mundo y convertirlo en un lugar mejor, crear una sociedad mejor y ciudadanos comprometidos con la gestión de su ciudad. Las ciudades más tecnológicas serían las más ricas. Y las que fuesen capaces de crear esa tecnología, más ricas y prósperas aún.

En esos momentos me pregunté por el sentido de ese cambio al que se referían. ¿Cómo imaginaban ese mundo mejor que nos traería la tecnología? ¿Esa prosperidad? No soy una defensora a ultranza de lo tecnológico, pero tampoco detractora. La tecnología tiene su utilidad. Es capaz de aliviar cargas de trabajo, de acelerar procesos, de intervenir en la curación de las personas enfermas, de ayudar a las que tienen algún tipo de minusvalía. También es capaz de realizar eficaces asesinatos selectivos y de destruir poblaciones enteras con ciega precisión. Por eso, no creo que sea la tecnología la que vaya a lograr un mundo mejor. La tecnología está en manos de personas. Desde su ideación hasta su plasmación final y, cómo no, su aplicación. No es la pistola la que mata, sino la persona que aprieta el gatillo.

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El idealismo del Quijote

EL IDEALISMO DEL QUIJOTE
Publicado el 8 de abril de 2012 en
http://www.filosofiaparalavida.org/2012_04_el-idealismo-del-quijote.html
Iván Eskildsen

Noble peregrino de los peregrinos,
que santificaste todos los caminos,
con el paso augusto de tu heroicidad,
contra las certezas, contra las conciencias
y contra las leyes y contra las ciencias,
contra la mentira, contra la verdad…
¡Ora por nosotros, señor de los tristes
que de fuerza alientas y de ensueños vistes,
coronado de áureo yelmo de ilusión!
¡que nadie ha podido vencer todavía,
por la adarga al brazo, toda fantasía,
y la lanza en ristre, toda corazón!
Rubén Darío

Este 23 de abril, día en que falleció Miguel de Cervantes, se celebra el Día Mundial del Libro. Por ello hemos decidido rendirle un homenaje a Don Quijote de La Mancha, ese gran personaje que más de 400 años después de que Cervantes lo sacara a la luz, continúa inspirando a generaciones y generaciones de jóvenes y adultos.
Pero no es a cualquier característica que rendimos homenaje, sino a una muy especial: el idealismo del Quijote. Aquel rasgo que le llevó a luchar por todo lo justo y bueno en el mundo, a pesar de que dudaran de él las personas a su alrededor.
En psicología se conoce que el ser humano posee un subconsciente en el cual duerme un potencial; se explica que dicho potencial se expresa a través de arquetipos o valores que se pueden despertar en la medida que cada uno los descubra y los desarrolle.
Así, consideramos que el sentido profundo con que Cervantes representó al Quijote fue para despertar una de esas fuerzas dormidas en todos nosotros.
Si eres de aquellas personas que rechazan la ausencia de valores de nuestro mundo; si eres de los que sienten el dolor de los demás como propio y, cuando has tratado de hacer algo por otros, alguien cerca de ti te ha tratado de disuadir diciendo: “debes preocuparte de cosas más importantes”, “te vas a morir de hambre si solo piensas en eso”… entonces El Quijote está dirigido a ti.
Cervantes quiso enseñarnos que el mundo necesita idealistas que logren persistir en sus convicciones. Aunque estemos en una Edad de Hierro, como decía el Quijote, solo se podrá mejorar el mundo mediante la entrega de los idealistas que creen en que se puede volver a reconstruir una Edad de Oro, si así se determinan a trabajar por ello.
El Quijote nos enseña a mantener una fe inquebrantable en nuestros ideales. En nosotros está el valor para superar el escepticismo de los tibios que nos rodean. Los “cuerdos” que acarician la apacible comodidad de una vida “normal”, sin mayores riesgos ni peligros, siempre tratarán de persuadirte… pero si despiertas al Quijote que hay en ti, dedicarás tu vida a cultivar todo lo noble y justo y quizá así alcanzar una verdadera felicidad, una paz interior.

El arte de dialogar

EL ARTE DE DIALOGAR

 

A pesar de que disponemos de los más sofisticados instrumentos para la comunicación, seguimos comprobando que el aislamiento y la soledad se manifiestan en nuestra sociedad de manera constante, con sus desgarradores efectos de sufrimiento y dolor.

Para muchos seres humanos resulta difícil y complicado relacionarse con los demás, de tal manera que resulta más fácil soportar situaciones extremas que las tensiones que produce la convivencia con los otros, tal como se encargan de hacernos creer no pocos programas de televisión.

Sin embargo, las relaciones humanas se encuentran en la base de nuestra realidad de manera fundamental. Por algo Platón, que era un gran sabio, dio a sus obras filosóficas la forma de diálogos, para mostrarnos cuál es la vía esencial para acceder al conocimiento. Llegar a ser filósofo, que es una aspiración que nosotros proponemos, requiere el ejercicio del arte del diálogo, como medio principal que nos permita acercarnos al viejo ideal de fraternidad universal que unifique a la humanidad más allá de las diferencias de matices y haga realidad el sueño de la paz. De alguna manera, ser filósofo significa aprender a dialogar, partiendo del conocimiento de uno mismo y abriéndose humilde y generosamente a los otros.

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¿Dónde está la bondad?

LA BONDAD

 

El gran dibujante Quino nos ha regalado durante muchos años brillantes perlas de sabiduría a través de la voz de Mafalda, una niña filósofa que nos ha repetido con certera ingenuidad lo que los adultos vemos pero que a veces parece que no queremos ver.

Los grandes problemas humanos se resumen en sencillas preguntas. Las respuestas tal vez no sean tan simples, pero en cualquier caso las necesitamos para sostenernos en medio de un mundo alborotado que nos hace bambolear como cuando el viento obliga a entrechocar a las barcazas amarradas en el puerto.

¿Dónde está la bondad en este mundo que nos ha tocado vivir?

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El hombre de las compresas

EL HOMBRE DE

 

En medio de tanta mala noticia, de vez en cuando los medios nos regalan historias llenas de generosidad y voluntad. Una de ellas es el caso de Arunachalam Murugananthan, un hombre indio que comenzó por amor una curiosa aventura en 1998.

En aquel año acababa de casarse, pero no sabía mucho de las intimidades de las mujeres. Los tabúes acerca de la menstruación hacían que se considerase algo vergonzoso, y no se hablase mucho de ello. Mucho menos con un hombre. Murugananthan descubrió un día a su esposa escondiendo unos “trapos asquerosos”que usaba durante su periodo, al igual que otros millones de mujeres en la India, que no solo empleaban trapos, sino también arena, aserrín, hojas y ceniza. Lo “vergonzoso” del periodo hacía también que no secasen los trapos al sol cuando los lavaban, por lo que la falta de higiene menstrual en la India es la causante del 70% de las enfermedades reproductivas.

Murugananthan quiso comprarle toallas sanitarias a su esposa, pero se encontró con que eran excesivamente caras. Los apenas 10 gramos de algodón que costarían 0,001 euros costaban 0,51, una diferencia abismal de precio que hacía que solo el 12% de las mujeres indias usase toallas sanitarias. Ahí comenzó todo. Se dijo a sí mismo que él era capaz de fabricar toallas sanitarias más baratas. Pero aquel camino le llevaría por caminos insospechados.

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Para no tener miedo

 

PARA NO TENER MIEDO

 

El miedo es algo curioso. Es un invitado que nadie quiere en su casa, y está especializado en vestirse con distintos trajes según la ocasión.

Todos tenemos miedo. A veces, sabemos exactamente a qué: a los ascensores, a la oscuridad… Estos son miedos sencillitos de reconocer. Eso es bueno, porque con empeño y los medios adecuados, hasta podemos controlarlos.

Están también los miedos de otro tipo: a perder el trabajo, a que me ponga malito… Son un pelín más fastidiosos a la hora de darles esquinazo, pero bueno, sabemos dónde están y siempre podemos tomar una gran decisión e ir a por ellos.

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¿Qué es la filosofía?

QUE ES FILOSOFIA

¿Qué es la Filosofía?

Aunque hoy existen muchas definiciones, prefiero usar la que se deriva del origen de esta palabra. Filosofía (del griego antiguo φιλο, “filo” o amor; y σοφία, “sofia” o sabiduría) significa literalmente “amor a la sabiduría”. Y filósofo es quien busca la sabiduría.

Aunque algunos la definen como un quehacer intelectual, y por lo tanto restringido a intelectuales, el amor a la sabiduría es una actitud natural en todo ser humano: Tan pronto nos hacemos preguntas sobre el sentido de la vida, sobre quiénes somos, sobre el porqué de las cosas que ocurren a nuestro alrededor, sobre el sentido del mundo y del universo, ha despertado en nosotros el filósofo, el que busca la sabiduría.

Afirma Julián Marías, destacado filósofo español, que la filosofía puede ser entendida de dos formas distintas y complementarias:

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Simbolismo de la primavera

SIMBOLISMO DE LA PRIMAVERA

Los primeros días de la estación verde de la vida renovada están adornados con la belleza de todo lo que se inicia y el mensaje de un nuevo despertar.

Nuestros oídos, habituados al silencio del frío, empiezan a escuchar todas las llamadas que profieren los pájaros que milagrosamente sobreviven en nuestras inhóspitas ciudades.

Y si tenemos la suerte de experimentar este proceso en el campo, entonces nos sentiremos doblemente afortunados de poder ser testigos de un misterio que se repite cada nuevo ciclo, ofreciéndonos todo su precioso significado.

Los artistas del Renacimiento, que tan bien supieron captar ciertos misterios atemporales, siguiendo el espíritu de los clásicos griegos y latinos, encontraron en la primavera la gran metáfora del origen del mundo y de la vida, no solamente manifestada en el esplendor de la naturaleza en flor, animada por el céfiro benigno y templado, sino también, el despertar cíclico del universo y del alma humana, respondiendo a la llamada de la sabiduría espiritual.

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