Me refiero a Diógenes nacido en Sínope, ciudad actualmente en Turquía, bajo el Mar Negro. Es uno de los ejemplos más conocidos de lo que representa un filósofo apartado del poder e independiente y, por qué no decirlo también, de la fama de «raritos» que tienen los filósofos. Diógenes ha pasado a la historia como uno de los iniciadores de la escuela cínica, tras Antístenes. El término cínico en griego también significa «perro» y era el comentario despectivo que hacían de Diógenes sus detractores y que él llevaba a gala.
Y, efectivamente, la doctrina cínica se relaciona con lo «canino»:
- la indiferencia en la manera de vivir
- la impudicia a la hora de hablar o actuar en público
- las cualidades de buen guardián para preservar los principios de su filosofía
- la facultad de saber distinguir perfectamente los amigos de los enemigos
Para Ferrater Mora, sin embargo, la cínica «fue la filosofía de la inseguridad total».
Para otros comentaristas, Diógenes se caracteriza por el extremismo en todos los aspectos de su vida y de su pensamiento. Se manifestaba como un hombre apartado de todas las normas sociales y políticas, anárquico.
Su ascetismo le hizo acabar como vagabundo, viviendo en un tonel y abandonando su escudilla para beber con las manos, según nos narra la leyenda. En el famoso cuadro de la Escuela de Atenas pintado por Rafael (Raffaello Sanzio) a comienzos del siglo XVI, aparece en las escaleras tumbado, pero sin el tonel.
Como de todo filósofo se puede extraer una buena enseñanza, es de destacar en Diógenes su persecución del autodominio y la abstinencia para alcanzar la virtud, su sinceridad y su búsqueda de la verdad, que le hacía ir por la calle en pleno día, con la lámpara encendida, diciendo «Busco un hombre». Y así se refería a que en realidad ninguno nos comportamos enteramente como seres humanos.
Interesante artículo. Actualmente más que a los cínicos prefiero a los epicureos.