Mundo visible y mundo invisible

En nuestros días se están impregnando los seres humanos de la idea de que toda la vida gira en torno a lo que resulta visible. Lo que no es visible no existe.

Evidentemente esta idea, difundida interesadamente por aquellos a los que beneficia, está carente del más elemental sentido común.

A nadie se le ocurriría negar la existencia de la amistad, por ejemplo, cuando es notorio que su esencia es invisible e intangible.

Y como la amistad, el cariño, el amor, el juego, la envidia, la mentira, la honradez, la educación, la salud, la fuerza, la alegría, la tristeza, la música, la armonía, el equilibrio y todas las demás cosas que se os pueden ocurrir.

“Una imagen vale más que mil palabras” es el lema. Si no se ve, no me hables de ello. Enséñamelo y lo entenderé.

Y, curiosamente, lo realmente existente es lo invisible, ya que la misma cosa visible no es la misma para dos personas, ya que la comprensión, el significado y la impresión de la misma puede ser completamente distinta para cada una de ellas. Con lo que el elemento material visible no es en realidad nada, solo es el soporte de algo esencial que puede ser captado de muchas maneras por un ser humano.

Así, lo que realmente importa y tiene realidad no es visible, ni siquiera captable por ningún sentido de los que disponemos. Solo a través de nuestras capacidades internas, igualmente invisibles, somos capaces de entender y comprender el universo, igual y felizmente invisible.

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