Sobre discípulos y maestros, profesores y alumnos

Como todos los años por estas fechas de septiembre, miles de niños comienzan el curso escolar, y otros tantos profesores afrontan la avalancha de niños, y de nuevo veremos jóvenes que no se toman en serio sus estudios, chavales que no conocen el respeto debido a sus profesores, y profesionales de la enseñanza que hacen lo que pueden, no sin cierto desespero, ante la situación de las cosas. Y sin entrar en el tema de la educación, pues no soy quién, sí quiero traer a la memoria de todos, por afinar criterios, el viejo significado de lo que es un maestro, y por extensión del discípulo, conceptos que han sido muy utilizados y, quizá por ello, han perdido gran carga de su sentido al confundirse con palabras como “gurú” y “adepto”.

En este sentido el diccionario de la RAE no nos es de mucha ayuda, pues no alcanza a expresar las sutiles diferencias entre unos y otros. Veamos: hasta donde yo entiendo, un profesor enseña una ciencia, un conocimiento que es intelectual, que se memoriza y se comprende. Pero un maestro puede enseñar todo esto y además la vivencia de la enseñanza, o al menos guiarnos para poder vivirla; por eso hoy en día esta expresión se utiliza sobre todo en las artes, y especialmente en la música, pues se trata de un conocimiento que requiere por nuestra parte vivirlo, sentir la música e interpretarla, de forma que hacemos nuestro ese saber. Por su parte, un “gurú”, tal y como se entiende normalmente, es alguien que enseña una doctrina, algo en lo que creer, un camino supuestamente espiritual con todo su abanico de normas morales.

Así pues, encontramos que un profesor tiene alumnos que aprenden una enseñanza intelectual, un maestro tiene discípulos que viven y hacen suya las enseñanzas, y un gurú tiene adeptos llenos de fe por su doctrina.

De las tres posibilidades prefiero la del maestro, pues el profesor, al enseñar algo de manera intelectual, se suele alejar del interés de sus alumnos tan llenos de vida. Y un gurú no es admisible en ningún sistema serio de enseñanza ¿Acaso son poseedores de la verdad, alguien lo es?

Esta figura del maestro es la que habría que defender siempre, y me consta que hay profesores que se acercan y saben hacer vivir a sus alumnos las materias escolares. Pero también los hay que, creyéndose maestros, se convierten casi en gurús imponiendo su forma de ver las cosas al alumno-discípulo-adepto. Pero es fácil diferenciarlos: un maestro, especialmente si se trata de uno espiritual, no impone su enseñanza, no se promociona ni te deslumbra, no te hace dependiente, busca despertar en ti lo que ya despertó en él, y vuelca su saber en la medida que hay hambre por aprender. Por eso un viejo proverbio oriental dice que “El maestro y el discípulo, juntos, crean la enseñanza”.

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