Dicen que los niños y los borrachos cuentan siempre la verdad. Y bueno, tengo bien constatado que eso no es cierto, ya que incluso los niños tienen «su» propia verdad de lo que ocurre. Sin embargo, lo que sí hacen es no tener pelos en la lengua. Quizás a eso se refiera el dicho.
Así pues (y bajo riesgo de que me llamen Miss children… por lo mucho que los menciono), contaré que charlaba con un enano de cinco años sobre la Navidad cuando me preguntó sin más ni más:
–¿Y tú crees que los Reyes Magos habrán sido niños alguna vez?
Prometo que tuve que pensar un rato la respuesta. Rato que aproveché para soltar carcajadas tanto externas como internas, provocadas por la audacia de la curiosidad infantil.
¿Hasta dónde llega esta pregunta? Para él, el verdadero problema era si ellos habrían recibido también juguetes de pequeños y quién se los habría llevado si los repartidores oficiales aún eran niños. No es poco devanarse la sesera para cinco añitos.
El tema me dejó pensando en varias cosas. Primero, que no es tan difícil encontrar filosofía en la vida; este niño lo hizo. Pensó en el antes, en el porqué, no tuvo en cuenta esquemas preconcebidos y se hizo preguntas. Parece que está en nuestra naturaleza.
Y por otra parte, me hizo ver que es bonito echar esa misma mirada abierta hacia atrás a lo que nos rodea o nos ocurre. Pararnos a analizar desde la sencillez, sin darle muchas vueltas, ni buscar respuestas difíciles.
Cuál es la causa y cuál el efecto de las cosas, cuáles las posibilidades, cómo la magia se hace hombre y viceversa. Cómo un rey puede portarse como un niño y un niño puede llegar a ser un rey.
Cómo es posible que nada sea solo lo que parece, ya que quizás un día fue algo totalmente distinto, mucho más cercano a nosotros, o mucho más grande que nosotros, o lo sea mañana. Ser capaces de plantearnos cualquier cuestión, de darle cabida a cualquier respuesta, como hizo el pitufo que nos sirve hoy de tema. Es posible que así lleguemos a más preguntas aparentemente absurdas, pero también a más verdades. Sabemos que la magia no está en lo que ocurre, sino en los ojos del que mira.
Igual la vida no es tan complicada, y baste con creer que todo es posible.